
Del convencimiento que tenemos por la fe: creemos en Dios y conocemos cómo es Dios y fiel es Dios.
Sin fe no puede haber esperanza. Hay mucha gente que no tiene fe y tiene muchas esperanzas, pero esas son esperanzas naturales. Es evidente que para tener esperanza sobrenatural hay que tener fe.
La esperanza es un deseo confiado, firme, fuerte que nace de las promesas de Cristo, que hemos conocido por la fe y que crece estimulada por la caridad. La caridad estimula la esperanza. Es un deseo confiado no es un deseo doloroso, amargo, desesperado, temeroso. Es un deseo confiado, porque al mismo tiempo que decimos todo lo temo de mi debilidad, todo lo espero del amor de Dios. La esperanza teologal, no hace cálculo de fuerzas humanas” haber voy a calcular: ¡yo no soy capaz de esto, no soy capaz de lo otro, no me veo con fuerzas para esto...! precisamente por estas debilidades nuestra esperanza está apoyada en Dios y Él llevará adelante su obra y confiamos plenamente en su amor misericordioso.

La esperanza teologal podríamos traducirlas así: “ Lo que Dios quiera, yo confío en que saldrá adelante, y lo que Él no quiere pues yo tampoco lo quiero. Yo tengo firme esperanza en que las promesas de Dios se cumplirán. Lo que Dios quiera porque Él tiene medios para sacarlo adelante.
(Mons. Jose-Ignacio Munilla; Obispo de San Sebastián.)
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