domingo, 10 de julio de 2011

Esperanza

Proseguimos con el comentario de las virtudes, y ahora  vamos a reflexionar sobre la virtud teologal de la esperanza. Comenzamos con el Nº 1817.

 La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Mantengamos firme la confesión de la virtud de la esperanza pues fiel es el autor de la promesa (Hb 10, 23 ). “El Espíritu Santo que él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que , justificados por su gracia, fuésemos constituidos, herederos en esperanza, de vida eterna” ( Tt. 3,6-7)

 La esperanza sobrenatural es una virtud infundida por Dios en la voluntad, para que confiemos alcanzar la vida eterna, (supera las capacidades de la naturaleza) , pero también alcanzar los medios para ello, p. e.: esperanza en el perdón de Dios, en la misericordia de Dios, crecer en virtudes ... y para ello estamos apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.

 ¿ De dónde nace la virtud de la esperanza?

Del convencimiento que tenemos por la fe: creemos en Dios y conocemos cómo es Dios y fiel es Dios.

Sin fe no puede haber esperanza. Hay mucha gente que no tiene fe y tiene muchas esperanzas, pero esas son esperanzas naturales. Es evidente que para tener esperanza sobrenatural hay que tener fe.

La esperanza es un deseo confiado, firme, fuerte que nace de las promesas de Cristo, que hemos conocido por la fe y que crece estimulada por la caridad. La caridad estimula la esperanza. Es un deseo confiado no es un deseo doloroso, amargo, desesperado, temeroso. Es un deseo confiado, porque al mismo tiempo que decimos todo lo temo de mi debilidad, todo lo espero del amor de Dios. La esperanza teologal, no hace cálculo de fuerzas humanas” haber voy a calcular: ¡yo no soy capaz de esto, no soy capaz de lo otro, no me veo con fuerzas para esto...! precisamente por estas debilidades nuestra esperanza está apoyada en Dios y Él llevará adelante su obra y confiamos plenamente en su amor misericordioso.

La esperanza teologal podríamos  traducirlas así: “ Lo que Dios quiera, yo confío en que saldrá adelante, y lo que Él no quiere pues yo tampoco lo quiero. Yo tengo firme esperanza en que las promesas de Dios se cumplirán. Lo que Dios quiera porque  Él tiene medios para sacarlo adelante.

(Mons. Jose-Ignacio Munilla; Obispo de  San Sebastián.)

No hay comentarios: