domingo, 10 de julio de 2011

DETENTE….


El Beato  Juan Pablo II, al final del rezo del Ángelus el 20 de junio del año 2004, sobre la devoción al Sagrado corazón de Jesús, nos decía:
“Nadie puede conocer a fondo a Jesucristo, si no penetra en su corazón, es decir, en lo más íntimo de su persona divina.”
¡Cuán necesario es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación  del Sagrado corazón de Cristo! En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los duros  conflictos que la ensangrientan?

De esta manera el Santo Padre de feliz memoria, exhortaba a los fieles congregados aquel día a tener devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A todos nos suena la jaculatoria: “Sagrado Corazón  de Jesús en vos confío.” Sin embargo queremos recordar con vosotros el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando nuestro Señor se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque, le pidió que usase, en el pecho, un emblema del Sagrado Corazón , tal como ella lo había visto en la aparición. Santa Margarita atendió el pedido  y aconsejó a otras hermanas de su convento de usarlo también.
Durante la peste que hubo en Marsella, en Francia, en el S. XVIII, la Hermana Remusat distribuyó millares de representaciones del Sagrado Corazón de Jesús en las cuales estaba estampada la frase: “ ¡ Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”!  El nombre “ Detente” tuvo ahí su origen. La peste se detuvo inexplicablemente delante del Corazón de Jesús. Y por eso hasta hoy se suele escribir en torno a él: “ ¡ Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo!”  
Poco a poco esta costumbre  se fue difundiendo entre los católicos y no tardó en recibir la bendición del Papa Beato Pío IX. Pero un hecho ocurrido en Italia, en la guerra de unificación, hizo que el “ Detente”  tuviese una gran divulgación: La madre de un joven soldado, que partía para alistarse en el ejército del Papa, tuvo la idea inspirada de bordar en un pedazo de paño rojo, de forma oval , el Sagrado Corazón de Jesús, y de fijárselo a la camisa del hijo. Así protegido por el Sagrado Corazón de Jesús, este joven soldado pontificio enfrentó todo tipo de riesgos en las batallas, sin que le pasase nada. En una de las batallas, fue alcanzado de lleno en el pecho, por una bala ... que se quedó clavada en el “detente” de forma inexplicable sin que el joven sufriese nada. La noticia del hecho corrió rápidamente por las filas del Ejército; y muchos otros soldados comenzaron a usar también el emblema del “Sagrado Corazón de Jesús”.
Por medio de este acontecimiento tan extraordinario, quiso Nuestro Señor mostrar cómo protegería a quien practicase esta devoción.

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