domingo, 10 de julio de 2011

HERMOSA


Origen:

La Virgen del Carmen, (se la designa con este nombre por la belleza del Carmelo donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel). En el siglo XII, algunos eremitas se retiraron a aquel monte, constituyendo más tarde una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María.


Meditación:

Tu quieres verte hermosa, usas la ropa que te gusta, te pintas y para ir a algún acontecimiento importante más aún, te pruebas cual es el mejor traje, el peinado que  te va mejor, muchas veces  puedes pasar incluso una hora o más frente al espejo. Todo ello para atraer la atención, ser aceptada e incluso causar admiración, en definitiva, ser amada, esto dura unas horas. Sin embargo, Dios está loco por ti, está detrás de ti, cerca de ti, te ha dado lo más grande que alguien puede darte su propia vida, para decirte: “yo te amo así tal como eres, gratis, no tienes que hacer nada para agradarme,” y este amor es eterno María es hermosa,  porque ha creído en éste amor, ha dado fe al  anuncio del ángel, se ha hecho esclava del Señor y ha sido llena de gracia, de todas las virtudes.

Estas virtudes te hacen falta, porque seguro que en tu vida cotidiana ves en tu casa el sufrimiento, por qué no se da el perdón, la reconciliación, la paz, la alegría y que seguro que a ti te gustaría llevar todas estas gracias a tu casa; esto es posible, no desmayes, solamente cree como la Virgen, pídele su ayuda que ella es la mejor madre, porque acompañó a su hijo hasta la cruz y ella entiende y consuela todos nuestros sufrimientos.

Oración:

¡ Oh Virgen María, Madre de Dios y de los  pecadores, especial protectora de los que visten tu sagrado escapulario! Te suplico, por lo que su Majestad te ha engrandecido escogiéndote para verdadera madre suya, me alcances de tu querido Hijo Jesús el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades y el consuelo de mis aflicciones, si conviene para su mayor honra, y gloria y bien de mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo, me valgo de tu intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos para alabarte dignamente; y, uniendo con sus afectos mil veces, te saludo una y mil veces, diciendo: Dios te salve María, etc. Amén.

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