viernes, 28 de octubre de 2011

Cristo es mi roca, mi refugio. ¡Cimentado en El, nada temo!

“Queridos jóvenes, escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros ‘espíritu y vida’, raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz. Bien sabéis que, cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí.

Enraizados en Él, vuestro entusiasmo y alegría, vuestros deseos de ir a más, de llegar a lo más alto, hasta Dios, tienen siempre futuro cierto, porque la vida en plenitud ya se ha aposentado dentro de vuestro ser. Al edificar sobre la roca firme, no solamente vuestra vida será sólida y estable, sino que contribuirá a proyectar la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y sobre toda la humanidad, mostrando una alternativa válida a tantos que se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos. 

Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios.

Queridos amigos: sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo. Esta sabiduría y prudencia guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz. Entonces seréis bienaventurados, dichosos, y vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor.” Benedicto XVI (18-VIII-2011).

lunes, 17 de octubre de 2011

Octubre, mes del Rosario

El Rosario es una de las modalidades tradicionales de la oración cristiana orientada a la contemplación del rostro de Cristo. En efecto, su elemento más característico – la repetición litánica del "Dios te salve, María"– se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu seno" (Lc 1,42). Diremos más: la repetición del Ave Maria constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen.

Misterios de gozo

El primer ciclo, el de los «misterios gozosos», se caracteriza efectivamente por el gozo que produce el acontecimiento de la encarnación. Esto es evidente desde la anunciación, cuando el saludo de Gabriel a la Virgen de Nazaret se une a la invitación a la alegría mesiánica: «Alégrate, María». El regocijo se percibe en la escena del encuentro con Isabel, dónde la voz misma de María y la presencia de Cristo en su seno hacen «saltar de alegría» a Juan (Lc 1, 44). Repleta de gozo es la escena de Belén, donde el nacimiento del divino Niño, el Salvador del mundo, es cantado por los ángeles y anunciado a los pastores como «una gran alegría» (Lc 2, 10).De este modo, meditar los misterios «gozosos» significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo.

Misterios de luz

Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial «misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del mundo» (Jn 8, 12).

Misterios de dolor

La piedad cristiana, especialmente en la Cuaresma, con la práctica del Via Crucis, se ha detenido siempre sobre cada uno de los momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y a revivirlos.

Misterios de gloria

El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (cf. 1 Co 15, 14), y revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó –los Apóstoles, la Magdalena, los discípulos de Emaús–, sino también el gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado.

              El «Padrenuestro»

Jesús, en cada uno de sus misterios, nos lleva siempre al Padre, al cual Él se dirige continuamente, porque descansa en su 'seno' (cf Jn 1, 18). Él nos quiere introducir en la intimidad del Padre para que digamos con Él: «¡Abbá, Padre!» (Rm 8, 15; Ga 4, 6). En esta relación con el Padre nos hace hermanos suyos y entre nosotros, comunicándonos el Espíritu, que es a la vez suyo y del Padre.

Las diez «Ave Maria»

Este es el elemento más extenso del Rosario y que a la vez lo convierte en una oración mariana por excelencia. Repetir en el Rosario el Ave Maria nos acerca a la complacencia de Dios: es júbilo, asombro, reconocimiento del milagro más grande de la historia. Es el cumplimiento de  la profecía de María: «Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc1, 48).

El «Gloria»

La doxología trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. En efecto, Cristo es el camino que nos conduce al Padre en el Espíritu. Si recorremos este camino hasta el final, nos encontramos continuamente ante el misterio de las tres Personas divinas que se han de alabar, adorar y agradecer. Es importante que el Gloria, culmen de la contemplación, sea bien resaltado en el Rosario.




miércoles, 28 de septiembre de 2011

COMPAÑEROS DE CAMINO

El 29 de septiembre celebramos la festividad de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Sus nombres hacen referencia a sus funciones de intermediarios entre Dios y los hombres, así como ejecutores  de sus órdenes y trasmisores de sus mensajes

- El Arcángel San Miguel: Mi-ka´el, literalmente significa “¿quién cómo Dios?. San Gregorio Magno dice en una homilía sobre los Evangelios: “...Cuando se trata de alguna misión que requiere un  poder especial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios..., nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando al fin del mundo, será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como nos lo presenta Juan: Se trabó una batalla con el arcángel Miguel.

- El Arcángel San Gabriel:  “ Los arcángeles que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles. Por esto, a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que un mensaje de tal trascendencia requería que fuese trasmitido por un ángel de la máxima categoría... A María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa” Fortaleza de Dios”, porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde había de reducir los principados y potestades. Era, pues natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es Señor de los ejércitos y  héroe en las batallas”.( S. Gregorio Magno)

- El Arcángel San Rafael: Rafael se presenta bíblicamente como: protector y compañero en nuestro caminar(también por el camino de la vida), sanador de nuestras cegueras(también espirituales), vencedor del demonio y del mal, abogado defensor n las dificultades de la vida, intercesor ante Dios a favor nuestro. Es uno de los siete grandes ángeles presentes ante la Gloria del Señor... Pero su misión y su protagonismo aparente tienen como finalidad la expresada por él mismo al revelar su identidad: “No temáis: La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre...”





LA ESPERANZA.

La experiencia nos demuestra  que  en muchas personas las esperanzas ocupan en sus corazones el lugar de la Esperanza.

Para el cristiano su único tesoro debe ser la amistad con el Señor y en él todas las cosas. Esto no quiere decir que no haya que tener esperanzas, no. Hay que tener esperanzas con el Señor, y con el Señor todas las cosas.
San Ignacio de Loyola plantea en el principio y fundamento de los ejercicios espirituales lo siguiente:
“ El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y mediante esto salvar su alma. Y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre y para que le ayuden en la persecución del fin para el que ha sido creado, de donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de esas cosas creadas, cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe quitarse de ellas cuanto la impiden el fin, por lo cual es menester hacernos indiferentes a las cosas creadas en todo lo que se concedido a la libertad de nuestro libre albedrío de tal manera que no queramos más  de nuestra parte salud que enfermedad; riqueza que pobreza; honor que deshonor; vida larga que corta, y por consiguiente en todos los demás solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce  para el fin para el que hemos sido creados.”

San Ignacio ha tamizado sus esperanzas  y las ha hecho confluir en la gran Esperanza.

Cuidado, no siendo que por desear muchas cosas estemos arrinconando la gran esperanza del cielo, la esperanza del Señor.

Si las cosas que yo deseo me sirven para ese fin último que  es la gloria de Dios en el cielo, adelante con ellas; y si no que no me duelan prendas el desprenderme de ellas.

14 y 15 S.

El origen de la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz (que se celebra el día 14 de Sep.) tiene su origen en Jerusalén y aparece relacionado con la invención de la Cruz de Cristo. Han sido muchos los peregrinos , que movidos por la fe, arrancaron un trozo de la Cruz de Jesús,  llenando con estos fragmentos casi todo el orbe.

En España hay un lugar venerable donde se conserva el mayor trozo de la Cruz de Cristo: es el santuario de Santo Toribio de Liébana, en plenos picos de Europa. Fray Prudencio Sandoval, cronista de la orden benedictina dice que “santo Toribio trajo de Jerusalén las arcas santas llenas de reliquias con el precioso madero de la cruz de Cristo”.

La exaltación de la Santa Cruz nos invita a la acción de gracias y a la adoración: por el madero de la Cruz nos vino la salvación; en ella ha muerto por nosotros el Hijo de Dios, misterio de salvación, que lo acogemos en la fe postrados en humilde adoración. La cruz es el signo de la victoria, del amor y de la gracia porque en ella Cristo derrotó a los poderes  de este mundo: el pecado y la muerte: La Cruz nos identifica como cristianos, porque nos introduce en el destino sacrificial del Maestro. Por la muerte de Cristo en la Cruz, ésta ha pasado de instrumento de tortura y maldición en símbolo de la Redención.

El 15 de Septiembre se celebra la conmemoración de la Virgen de los Dolores, esta fiesta nos recuerda principalmente dos momentos históricos de la vida de María, asociada a su Hijo redentor, que son momentos de la historia de la salvación: la presentación que hizo de su Hijo en el templo (Lc. 2,22-35) y su presencia en el calvario cuando su Hijo moría en la Cruz.( Jn.19,25-27). María en la presentación recibe la profecía del anciano Simeón: “ una espada te traspasará el alma...” que podíamos decir que adquieren un sentido real en el Calvario, al pie de la Cruz, donde la vemos en actitud oferente: firme en la fe y en la esperanza, animada de un amor ardiente a Dios y a los hombres, y fiel en la aceptación y en el cumplimiento de la voluntad del Padre.

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, VIRGEN MARÍA!!

Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal,que el mismo Sol nace de ella.
¿Tú sabes a quién le han dedicado estos hermosos versos?
¡No te equivocas!, a la Santísima Virgen María, pues el 8 de septiembre celebramos en la Iglesia Católica su nacimiento. Por eso tres sentimientos llenan hoy nuestro corazón: tres sentimientos que llenan de amor el alma de un creyente al contemplar el nacimiento de María.  Fiesta de familia... Hay que acercarse a felicitarla, y... a felicitarnos todos con ella.  Es día de regocijo íntimo.  Los antiguos  cristianos de Roma, siguiendo la costumbre de sus primeros hermanos cristianos del Oriente, encendían antorchas, marchaban en procesión presididos por el papa, a la iglesia de Santa María la Mayor, mientras cantaban letanías suplicantes rebosando cariño y amor de hijos.

“Tu natividad, Virgen Madre de Dios, es anuncio de gozo para el universo mundo”, canta la Iglesia.  Alegría ecuménica universal.  Gozo para la tierra.  Nuestra redención alborea.  Pronto nacerá el Salvador.  Clarea el día.  Ha pasado la noche del pecado.  Amanece...  Una Virgen nace con promesa infalible de redención y vida para el mundo.  “Dichosa eres  Santa Virgen María y muy digna de alabanza.  De ti ha salido el sol de justicia, Cristo nuestro Dios”, corearemos con emoción en el aleluya de la misa.  Sí, tú eres la aurora que anuncia el sol; Cristo Jesús derrotará nuestra muerte y nos regalará la vida para siempre.

María, pura, íntegra, inmaculada, arrebata de Dios, todo para nosotros,  es la “omnipotencia suplicante”, no creadora.  Ella rogará y nos convertirá al amor.  Viviremos cara a Dios, y él iluminará recorridos del rudo peregrinar de cada día bajo el sol abrasador, hasta que alboree el día y el lucero del la mañana despunte en nuestros corazones” (2P 1,19). En la iglesia romana de San Andrés delle Frate, puede leerse esta inscripción “20 de enero de 1842.  Alfonso de Ratisbona  vino desde Estrasburgo.  La Virgen se le apareció.  Se arrodilló judío, se levantó cristiano.  Peregrino: lleva contigo ese piadoso recuerdo de la misericordia divina y del poder de la Santísima Virgen”.  Alfonso pide el Bautismo, deja su novia, y funda, con su hermano Teodoro, también convertido, la Congregación de la Virgen de Sión para la conversión de los judíos.  Se arrodilló judío y se levantó cristiano con sólo mirar a la Virgen.

Alegría, confianza en el natalicio de la Virgen.  Pero también imitación, ofrecimiento.  María nace para Dios, vivirá sólo para Él.  Toda, sola, siempre de Dios... “La plena entrega de sí en más alta y total generosidad”.  Si María nace hoy para Dios, la vida de un hijo suyo debe ser toda, sola y siempre para el amor.  (Fuente: P. Tomás Morales, S.J.     )

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS,  VIRGEN MARÍA!!

domingo, 25 de septiembre de 2011

"Yo soy la luz del mundo – vosotros sois la luz del mundo", dice el Señor.

 Querid@s jóvenes amig@s,

No son nuestros esfuerzos humanos o el progreso técnico de nuestro tiempo los que aportan luz al mundo. Una y otra vez, debemos experimentar que nuestro esfuerzo por un orden mejor y más justo tiene sus límites. El sufrimiento de los inocentes y, más aún, la muerte de cualquier hombre, producen una oscuridad impenetrable que, quizás, con nuevas experiencias, se esclarece de momento, como un rayo en la noche. Pero, al final, queda una oscuridad angustiosa.

Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: una pequeña llama, minúscula, que es más fuerte de la oscuridad, en apariencia poderosa e insuperable. Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. Él ha vencido a la muerte, vive, y la fe en Él, como una pequeña luz, penetra todo lo que es oscuridad y zozobra.

Ciertamente, quien cree en Jesús no siempre ve solamente el sol en la vida, casi como si pudiera ahorrarse sufrimientos y dificultades; ahora bien, tiene siempre una luz clara que le muestra el camino hacia la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran aun en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día.

La luz no se queda sola. A su alrededor se encienden otras luces. Bajo sus rayos se delinean los contornos del ambiente, de forma que podemos orientarnos. No vivimos solos en el mundo. Precisamente en las cosas importantes de la vida tenemos necesidad de otras personas. Así, en particular, no estamos solos en la fe, somos eslabones de la gran cadena de los creyentes. Ninguno llega a creer si no está sostenido por la fe de los otros y, por otra parte, con mi fe, contribuyo a confirmar a los demás en la suya. Nos ayudamos recíprocamente a ser ejemplos los unos para los otros, compartimos con los otros lo que es nuestro, nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestro afecto. Y nos ayudamos mutuamente a orientarnos, a discernir nuestro puesto en sociedad.

"Yo soy la luz del mundo – vosotros sois la luz del mundo", dice el Señor. Es algo misterioso y grandioso que Jesús diga lo mismo de sí y de cada uno de nosotros, es decir, "ser luz". Si creemos que Él es el Hijo de Dios, que ha sanado los enfermos y resucitado los muertos, más aún, que Él ha resucitado del sepulcro y vive verdaderamente, entonces comprendemos que Él es la luz, la fuente de toda las luces de este mundo. Nosotros, en cambio, una y otra vez experimentamos el fracaso de nuestros esfuerzos y el error personal a pesar de nuestra mejor intención.
 Sigue habiendo guerras, terror, hambre y enfermedades, pobreza extrema y represión sin piedad. E incluso aquellos que en la historia se han creído "portadores de luz", pero sin haber sido iluminados por Cristo, única luz verdadera, no han creado ciertamente paraíso terrenal alguno, sino que, por el contrario, han instaurado dictaduras y sistemas totalitarios, en los que se ha sofocado hasta la más pequeña chispa de humanidad.

Llegados a este punto, no debemos silenciar el hecho de que el mal existe. Lo vemos en tantos lugares del mundo; pero lo vemos también, y esto nos asusta, en nuestra vida. Sí, en nuestro propio corazón existe la inclinación al mal, el egoísmo, la envidia, la agresividad. Quizás, con una cierta autodisciplina, esto puede ser de algún modo controlable. Pero es más difícil con formas de mal más bien oscuras, que pueden envolvernos como una niebla difusa, como la pereza, la lentitud en querer y hacer el bien.

En la historia, algunos finos observadores han señalado frecuentemente que el daño a la Iglesia no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres. ¿Cómo puede entonces decir Cristo que los cristianos, y también aquellos cristianos débiles y frecuentemente mediocres, son la luz del mundo? Quizás lo entendiéramos si Él gritase: ¡Convertíos! ¡Sed la luz del mundo! ¡Cambiad vuestra vida, hacedla clara y resplandeciente! ¿No debemos quizás quedar sorprendidos de que el Señor no nos dirija una llamada de atención, sino que afirme que somos la luz del mundo, que somos luminosos y que brillamos en la oscuridad?

El apóstol san Pablo, se atreve a llamar "santos" en muchas de sus cartas a sus contemporáneos, los miembros de las comunidades locales. Con ello, se subraya que todo bautizado es santificado por Dios, incluso antes de poder hacer obras buenas y actos concretos. En el Bautismo, el Señor enciende por decirlo así una luz en nuestra vida, una luz que el catecismo llama la gracia santificante. Quien conserva dicha luz, quien vive en la gracia, es ciertamente santo.

Tantas veces, se ha caricaturizado la imagen de los santos y se los ha presentado de modo distorsionado, como si ser santos significase estar fuera de la realidad, ingenuos y sin alegría. A menudo, se piensa que un santo sea aquel que lleva a cabo acciones ascéticas y morales de altísimo nivel y que precisamente por ello se puede venerar, pero nunca imitar en la propia vida. Qué equivocada y decepcionante es esta opinión. No existe algún santo, excepto la bienaventurada Virgen María, que no haya conocido el pecado y que nunca haya caído en él. Cristo no se interesa tanto por las veces que vaciláis o caéis en la vida, sino por las veces que os levantáis. No exige acciones extraordinarias, quiere, en cambio, que su luz brille en vosotros. No os llama porque sois buenos y perfectos, sino porque Él es bueno y quiere haceros amigos suyos. Sí, vosotros sois la luz del mundo, porque Jesús es vuestra luz. Vosotros sois cristianos, no porque hayáis cosas especiales y extraordinarias, sino porque Él, Cristo, es vuestra vida. Sois santos porque su gracia actúa en vosotros.

Una vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no alimentase el fuego. Permitid que Cristo arda en vosotros, aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia. No temáis perder algo y quedaros al final, por así decirlo, con las manos vacías. Tened la valentía de usar vuestros talentos y dones al servicio del Reino de Dios y de entregaros vosotros mismos, como la cera de la vela, para que el Señor ilumine la oscuridad a través de vosotros. Tened la osadía de ser santos brillantes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo, llevando así luz al mundo. "Vosotros sois la luz del mundo". Dios es vuestro futuro.

sábado, 6 de agosto de 2011

SEÑALES DE HUMO.


El único superviviente  de un naufragio  llegó a una isla deshabitada. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y cada día divisaba el horizonte en busca  de una ayuda que no llegaba. Cansado, optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y guardar sus pocas pertenencias.
Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, cuando regresó a la cabaña la encontró envuelta en llamas, con una gran columna de humo levantándose hacia el cielo. Lo peor había ocurrido: lo había perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia.
-       ¡ Oh Dios! , ¿Cómo puedes hacerme esto?- se lamentaba.
Sin embargo, al amanecer del día siguiente se despertó con el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a salvarlo .
-       ¿Cómo supieron que estaba aquí?- preguntó a sus salvadores.
-       Vimos su señal de humo- contestaron ellos.
Es muy fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal: recuerda que cuando tu cabaña se vuelva humo, puede ser la señal de que la ayuda está en camino. 

María, signo de esperanza cierta

El día 15 de agosto, en medio del verano, celebramos esta fiesta tan popular en honor de María en su misterio de la Asunción a los cielos, dogma proclamado en 1950 por Pío XII, recogiendo el sentir del pueblo cristiano y de los pastores  de la Iglesia: “ Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Esta es una fiesta con mucho arraigo que se celebra en numerosos pueblos y ciudades.
La liturgia de este día, nos recuerda el tiempo pascual, y no sin razón, porque la Asunción de María está estrechamente vinculada  a la  Resurrección de Jesucristo, a la que María ha sido asociada de una manera singular. De esta manera ella, ha sido glorificada y unida para siempre a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, en la que la humanidad ve cumplida la promesa realizada por Dios a los hombres; y aunque la Resurrección de Cristo es ya nuestra victoria, los creyentes anhelamos y esperamos participar de esa misma gloria.  Pidamos a Dios que nos ayude en nuestro camino hacia la patria celeste, para que como María “Lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo” .
Cristo, con su resurrección, nos ha abierto el camino de la gloria para todos aquellos que crean en Él.  Esta es nuestra aspiración última, y donde descansa nuestra esperanza, que es alentada y fortalecida por el ejemplo de María que supo orientar su vida hacia Dios, buscando que se cumpliera su voluntad.  Cada uno de nosotros estamos también llamados, a caminar en fidelidad y buscar su voluntad.  Cada uno de nosotros estamos también llamados, a caminar en fidelidad y buscar la voluntad de Dios, pidiendo con humildad a Dios “que nuestros corazones abrasados de tu amor, vivan siempre orientados hacia ti”.
Que como María, nuestra vida se convierta en un cántico de alabanza al Señor por todo lo que nos otorga cada día, reconociendo que Dios sigue haciendo obras grandes a favor de su pueblo.  Y pidamos con fe la protección de aquella que participa de modo pleno en la resurrección de Jesucristo, porque ella es abogada nuestra, ya que “la misión maternal de María hacia los hombres, de ninguna manera oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia”.
Que sintamos la protección de la virgen María, que se ha convertido en signo de esperanza cierta para toda la Iglesia, pues ella es “imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro.  Pongamos nuestra vida y la de toda la Iglesia bajo su protección, porque, sin duda, “Ella es consuelo y esperanza de tu pueblo ,todavía peregrino en la tierra”.  

Bta. Juana de Aza.

Bta. Juana de Aza.
Madre de Santo Domingo.




 Juana la más pequeña de nueve hermanos, Cinco varones y cuatro mujeres, es madre de un gran santo, Domingo(8 agosto), del beato Manés(18 agosto), y del venerable Antonio de Guzmán y  Aza. Los abuelos maternos pertenecen a la nobleza.

 ESPOSA Y MADRE EJEMPLAR.

Nace Juana hacia el año 1140 en la villa de Aza y en su primera juventud se casa con Félix de Guzmán el menor de  cuatro hermanos, de familia noble y hacendada.
La casa-palacio y fortaleza de don Félix y doña Juana es el lugar y ambiente donde nacen sus tres hijos: Antonio, Manés y Domingo. El primogénito seguirá la vocación sacerdotal  al servicio del hospital que acoge  enfermos y peregrinos cerca del monasterio benedictino. Manés se incorporaría  a la Orden de frailes  Predicadores que su hermano Domingo fundará.  Hechos incontestables que confirman la fe, la bondad y la grandeza espiritual de sus padres. Vocaciones nacidas y crecidas al calor de su educación cristiana y de la ejemplaridad de sus progenitores. Fray Rodrigo de Cerrato escribe en la “Vida de Sto. Domingo”:  “ Fue su padre un hombre venerable y rico en su pueblo. Y su madre fue honesta, casta e intachable, prudente y muy compasiva con los pobres y afligidos, brillando por su virtud y buena fama sobre todas las mujeres de la comarca” La compasión, la misericordia y la generosidad con los necesitados son virtudes de Juana destacadas tanto por los historiadores como por la tradición.
Las puertas del torreón de los Guzmanes se abren todos los días y es la señora del lugar quien reparte alivios y afecto a los pobres transeúntes y peregrinos.

ANTES DE NACER DOMINGO.

El último embarazo de Juana la tiene inquieta. Presiente algo que no es capaz de discernir. El Bto. Jordán de Sajonia, en el año 1233 escr9be el libro” Orígenes de la Orden” en ella nos narra: “ Se le mostró en visión que llevaba en su vientre un cachorrillo con una tea encendida en la boca y que al salir de sus entrañas, prendía fuego a todo el mundo: con lo cual se prefiguraba que el hijo que había de concebir sería predicador insigne que con el ladrido de su santa palabra, excitase a la vigilancia a las almas dormidas en el pecado y llevase por todo el mundo aquel fuego que Jesucristo vino a traer a la tierra”.
Juana de Aza visita con frecuencia el monasterio  de silos, distante de Caleruega unos 28 Km. Acude al sepulcro del santo abad Domingo, muerto cien años antes en fama de santidad, a quien encomienda sus intenciones y, esta vez, su sueño. Al pie de su sepulcro Juana recibe la iluminación que Sto. Domingo de Silos proyecta en su alma: dará a luz un hijo que removerá con su palabra  evangélica  la iglesia y el mundo. El día 24 de junio nace el pequeño, a quien ponen el nombre de Domingo, en honor y acción de gracias al santo abad de Silos. Días después, don Félix y doña Juana llevan al pequeño domingo al monasterio y, ante el sepulcro del santo abad, lo ofrecen a Dios.
La vida de familia se desarrolla en claves de vigorosa tradición cristiana: fidelidad, amor entrañable, ejemplaridad, obediencia y respeto, oración en común, formación religiosa y educación cristiana.

VENERACIÓN POPULAR.

Juana de Aza muere entre los años 1202 y 1205. Pronto surge y prende la veneración popular y la devoción a la santa madre. La ermita a ella dedicada en Aza y una capilla erigida en Caleruega a los fieles no menos que las iglesias donde  sus restos mortales son depositados. Los habitantes  de la comarca acuden a ella en petición de protección y ayuda. El testimonio de sus convecino se amplía y divulga más allá del señorío de Caleruega. Es tierra campesina, sometida a sequías, plagas y azotes semejantes de la naturaleza. El pueblo acude a la que ya invocan familiarmente como Sta. Juana y en quien admiran sus virtudes de mujer bíblica: laboriosidad, sencillez, amor conyugal y maternal, fe en Dios y en su providencia, austeridad de vida y espíritu de oración.
El día 1 de octubre del año 1827, el papa león XII aprueba el culto y pone su nombre en el santoral de los dominicos, los hijos de su hijo Domingo que la veneran como la “ santa abuela”

STOP.


UN TIEMPO PRECISO Y PRECIOSO. ¿PARA QUÉ?

Al llegar el verano  - tiempo de espacios abiertos, de luz y de vitalidad, de días más largos y cálidos; tiempo  de mayor holganza; tiempo para tener más tiempo – es muy oportuno y más que nunca indispensable, para bien nuestro y de los demás, caer en la cuenta de aquellas palabras de la Escritura: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”.  Esta afirmación sabia nos lleva a pensar que somos nosotros, cada uno de nosotros, quienes hemos de elegir qué hacer, cómo y cuándo hacerlo.
 Seremos sabios y cristianos, si clarificamos  nuestra escala de valores: de lo más importante a lo menos, de lo principal a lo accesorio y secundario. Desde ese momento empezamos a ser y a vivir como Dios quiere que vivamos. Cabe y es urgente  preguntarse: ¿ qué  estoy haciendo con mi tiempo?. Y ponerse  manos a la obra: ¿ Cómo me estoy evangelizando? ¡ es urgente!  Tomo el Evangelio diario9 y lo rumio, lo oro, me lo aplico y me lo aprendo para vivirlo hoy. ¿Cómo estoy asemejándome a Cristo?
 ¡Un tiempo muy precioso!  Como Cristo tengo omentos para estar a solas con el Padre que tanto me ama. Le entrego mi pobreza y me vacío de mí. Acojo su amor, me lleno de él, descanso con él. Desde ahí es más  fácil amar a los demás, verles con los ojos del Padre, como hijos queridos, dedicarles tiempo. Los otros los más necesitados que yo , me necesitan: les doy mi tiempo, pues les debo amor. ¿ Cómo vivo la Iglesia, cómo intento ser Iglesia? ¿ Me siento Iglesia?. Participo en la Eucaristía, me uno a la comunidad,  comulgo, adoro.  Vivo el domingo como día pascual, dando alegría a los míos: familiares, amigos enfermos.
 ¡Me espera así un verano maravilloso! La Biblia, a renglón seguido del texto antes citado , añade:” Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar” O sea, es tiempo de re aprender a vivir, haciéndolo todo de una manera nueva: Más serena, más auténtica, más humana y más cristiana, como Dios nos enseña y pide. De este modo, como quien juega morimos a una vieja manera de vivir “ matando el tiempo”, que es la mayor torpeza. Verano: tiempo preciso y precioso, regalo de Dios puesto en las manos del hombre para gozar y disfrutar de otra manera más humana y cristiana.  

domingo, 10 de julio de 2011

HERMOSA


Origen:

La Virgen del Carmen, (se la designa con este nombre por la belleza del Carmelo donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel). En el siglo XII, algunos eremitas se retiraron a aquel monte, constituyendo más tarde una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María.


Meditación:

Tu quieres verte hermosa, usas la ropa que te gusta, te pintas y para ir a algún acontecimiento importante más aún, te pruebas cual es el mejor traje, el peinado que  te va mejor, muchas veces  puedes pasar incluso una hora o más frente al espejo. Todo ello para atraer la atención, ser aceptada e incluso causar admiración, en definitiva, ser amada, esto dura unas horas. Sin embargo, Dios está loco por ti, está detrás de ti, cerca de ti, te ha dado lo más grande que alguien puede darte su propia vida, para decirte: “yo te amo así tal como eres, gratis, no tienes que hacer nada para agradarme,” y este amor es eterno María es hermosa,  porque ha creído en éste amor, ha dado fe al  anuncio del ángel, se ha hecho esclava del Señor y ha sido llena de gracia, de todas las virtudes.

Estas virtudes te hacen falta, porque seguro que en tu vida cotidiana ves en tu casa el sufrimiento, por qué no se da el perdón, la reconciliación, la paz, la alegría y que seguro que a ti te gustaría llevar todas estas gracias a tu casa; esto es posible, no desmayes, solamente cree como la Virgen, pídele su ayuda que ella es la mejor madre, porque acompañó a su hijo hasta la cruz y ella entiende y consuela todos nuestros sufrimientos.

Oración:

¡ Oh Virgen María, Madre de Dios y de los  pecadores, especial protectora de los que visten tu sagrado escapulario! Te suplico, por lo que su Majestad te ha engrandecido escogiéndote para verdadera madre suya, me alcances de tu querido Hijo Jesús el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades y el consuelo de mis aflicciones, si conviene para su mayor honra, y gloria y bien de mi alma; que yo, Señora, para conseguirlo, me valgo de tu intercesión poderosa, y quisiera tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos para alabarte dignamente; y, uniendo con sus afectos mil veces, te saludo una y mil veces, diciendo: Dios te salve María, etc. Amén.

SANTIAGO APÓSTOL, PATRONO DE ESPAÑA

FIDELIDAD HASTA LA MUERTE.

El 25 de julio celebramos la fiesta de Santiago Apóstol, patrón de España. Santiago, llamado “ el mayor”, era hijo de Zebedeo y hermano mayor de  San Juan el evangelista, y que junto con San Pedro, eran los tres apóstoles más íntimamente relacionados con el Señor. Murió decapitado hacia el año 44, en tiempos de Herodes Agripa. Desde el S. IX  el sepulcro de Santiago en Compostela es uno de los lugares de peregrinación.
El apóstol Santiago, fue el primero de los apóstoles que derramó su sangre por causa de Cristo. El martirio de Santiago como el de tantos cristianos que a lo largo de la historia han padecido una muerte violenta han de animarnos a mantener la esperanza de nuestra fe, a fortalecer nuestra condición de creyentes y a aprender a entregar incluso la vida por causa del Señor. Pidamos al Señor que esta Iglesia que peregrina en España, sea fortalecida y se “mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos” ( Oración colecta), alentada por el ejemplo de los mejores hijos de esta Iglesia que supieron ser fieles hasta la muerte. También nosotros estamos llamados a ser testigos del Señor en este tiempo y en esta hora, anunciando la salvación que brota del misterio pascual de Cristo. Hemos de estar preparados para  afrontar las inevitables dificultades que supone ser hoy cristiano en medio de una sociedad secularizada y con tendencia laicista . Par ello  es necesario que sepamos vivir con coherencia nuestra fe, siendo testigos vivos y eficaces de la fe católica en todos los ambientes donde nos movemos, iluminando las realidades temporales desde el evangelio, aunque ello pueda ser causa de sufrimiento  o de incomodidad.

( “Liturgia Dominical”.)

Esperanza

Proseguimos con el comentario de las virtudes, y ahora  vamos a reflexionar sobre la virtud teologal de la esperanza. Comenzamos con el Nº 1817.

 La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Mantengamos firme la confesión de la virtud de la esperanza pues fiel es el autor de la promesa (Hb 10, 23 ). “El Espíritu Santo que él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que , justificados por su gracia, fuésemos constituidos, herederos en esperanza, de vida eterna” ( Tt. 3,6-7)

 La esperanza sobrenatural es una virtud infundida por Dios en la voluntad, para que confiemos alcanzar la vida eterna, (supera las capacidades de la naturaleza) , pero también alcanzar los medios para ello, p. e.: esperanza en el perdón de Dios, en la misericordia de Dios, crecer en virtudes ... y para ello estamos apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.

 ¿ De dónde nace la virtud de la esperanza?

Del convencimiento que tenemos por la fe: creemos en Dios y conocemos cómo es Dios y fiel es Dios.

Sin fe no puede haber esperanza. Hay mucha gente que no tiene fe y tiene muchas esperanzas, pero esas son esperanzas naturales. Es evidente que para tener esperanza sobrenatural hay que tener fe.

La esperanza es un deseo confiado, firme, fuerte que nace de las promesas de Cristo, que hemos conocido por la fe y que crece estimulada por la caridad. La caridad estimula la esperanza. Es un deseo confiado no es un deseo doloroso, amargo, desesperado, temeroso. Es un deseo confiado, porque al mismo tiempo que decimos todo lo temo de mi debilidad, todo lo espero del amor de Dios. La esperanza teologal, no hace cálculo de fuerzas humanas” haber voy a calcular: ¡yo no soy capaz de esto, no soy capaz de lo otro, no me veo con fuerzas para esto...! precisamente por estas debilidades nuestra esperanza está apoyada en Dios y Él llevará adelante su obra y confiamos plenamente en su amor misericordioso.

La esperanza teologal podríamos  traducirlas así: “ Lo que Dios quiera, yo confío en que saldrá adelante, y lo que Él no quiere pues yo tampoco lo quiero. Yo tengo firme esperanza en que las promesas de Dios se cumplirán. Lo que Dios quiera porque  Él tiene medios para sacarlo adelante.

(Mons. Jose-Ignacio Munilla; Obispo de  San Sebastián.)

DETENTE….


El Beato  Juan Pablo II, al final del rezo del Ángelus el 20 de junio del año 2004, sobre la devoción al Sagrado corazón de Jesús, nos decía:
“Nadie puede conocer a fondo a Jesucristo, si no penetra en su corazón, es decir, en lo más íntimo de su persona divina.”
¡Cuán necesario es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación  del Sagrado corazón de Cristo! En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los duros  conflictos que la ensangrientan?

De esta manera el Santo Padre de feliz memoria, exhortaba a los fieles congregados aquel día a tener devoción al Sagrado Corazón de Jesús. A todos nos suena la jaculatoria: “Sagrado Corazón  de Jesús en vos confío.” Sin embargo queremos recordar con vosotros el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando nuestro Señor se le apareció a Santa Margarita María de Alacoque, le pidió que usase, en el pecho, un emblema del Sagrado Corazón , tal como ella lo había visto en la aparición. Santa Margarita atendió el pedido  y aconsejó a otras hermanas de su convento de usarlo también.
Durante la peste que hubo en Marsella, en Francia, en el S. XVIII, la Hermana Remusat distribuyó millares de representaciones del Sagrado Corazón de Jesús en las cuales estaba estampada la frase: “ ¡ Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo”!  El nombre “ Detente” tuvo ahí su origen. La peste se detuvo inexplicablemente delante del Corazón de Jesús. Y por eso hasta hoy se suele escribir en torno a él: “ ¡ Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo!”  
Poco a poco esta costumbre  se fue difundiendo entre los católicos y no tardó en recibir la bendición del Papa Beato Pío IX. Pero un hecho ocurrido en Italia, en la guerra de unificación, hizo que el “ Detente”  tuviese una gran divulgación: La madre de un joven soldado, que partía para alistarse en el ejército del Papa, tuvo la idea inspirada de bordar en un pedazo de paño rojo, de forma oval , el Sagrado Corazón de Jesús, y de fijárselo a la camisa del hijo. Así protegido por el Sagrado Corazón de Jesús, este joven soldado pontificio enfrentó todo tipo de riesgos en las batallas, sin que le pasase nada. En una de las batallas, fue alcanzado de lleno en el pecho, por una bala ... que se quedó clavada en el “detente” de forma inexplicable sin que el joven sufriese nada. La noticia del hecho corrió rápidamente por las filas del Ejército; y muchos otros soldados comenzaron a usar también el emblema del “Sagrado Corazón de Jesús”.
Por medio de este acontecimiento tan extraordinario, quiso Nuestro Señor mostrar cómo protegería a quien practicase esta devoción.