La belleza de María Inmaculada, es su pureza. El atractivo de su belleza purifica nuestras almas. A cuántos niños y grandes, ha conservado o devuelto la pureza un pensamiento, una mirada a la Virgen, la criatura más bella salida de las manos de Dios, la Mujer bendita entre las mujeres. Pocas páginas tan bellas como ésta de Pío XII, que copiamos a continuación, sobre la belleza de la Virgen, en el radiomensaje del día de la Inmaculada de 1953:
“Ante todo, queridos hijos e hijas, mirad a María, hermosa como la luna. ¡Qué bella debe ser la Virgen! Cuántas veces nos ha impresionado la belleza de una cara angelical, el encanto de la sonrisa de un niño, la fascinación de una mirada pura! Ciertamente, en el rostro de su propia Madre, Dios ha recogido todos los resplandores de su arte divino. La mirada de María, su sonrisa, su dulzura, la majestad de la Reina del Cielo y tierra. Como brilla la luna en el cielo oscuro, así la hermosura de María se distingue sobre todas las hermosuras, que parecen sombras junto a Ella, María es la más bella de todas las criaturas...
No es sólo la belleza natural la que se refleja en su rostro. Dios ha revestido su alma con la plenitud de sus riquezas por un milagro de su omnipotencia, y ha hecho pasar a la mirada de María, algo de su dignidad sobrehumana y divina. Un rayo de la belleza de Dios brilla en los ojos de su Madre.”
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