¡ No lo desprecies sin haberlo leído!
Celebrar cada fiesta de la Virgen María, bajo cualquier advocación, es para cada cristiano volver a escuchar sus palabras dirigidas en las bodas de Caná.
¡ Haced lo que Él os diga. Hoy viene bajo la advocación de Lourdes -la Inmaculada Concepción te invita a tener un encuentro fenomenal.
Como ya sabéis, en el año 1858, una joven campesina de nombre Bernardita Soubirous, estando a la orilla del río Gave ( Francia) recogiendo leña se le apareció la Virgen, a quien esta joven campesina la llamaba ¡ LA HERMOSA SEÑORA! ; pues bien esta hermosa Señora en uno de los dieciocho encuentros que tuvo le pidió oraciones y sacrificios por los enfermos y la conversión de los pecadores a lo que ella aceptó con alegría.
Hoy tú puedes ser un instrumento de Dios, existen en el mundo, incluso en nuestra querida España millones de almas enfermas, no solo enfermos corporales , sino también enfermas espirituales; niños sin bautizar, parejas sin casarse, jóvenes destruidos por la droga el alcohol, el sexo, terrorismo etc.
Pues bien esta Hermosa Señora te invita a ser un puente de esperanza como Bernardita, para que muchas almas se conviertan; no es necesario que prediques y/o te sacrifiques, puedes salvar almas con solo: recitando un Padrenuestro, o un Avemaría, o rezando un misterio del Rosario, asistiendo a la Eucaristía, visitando cinco minutos a Jesús Eucaristía.
Con el rostro sonriente de esta hermosa Señora me despido con una anécdota: ( es un hecho real)
“Pregunta la catequista a un niño:
Dime, ¿ rezas por fin el Avemaría que te encargué?. - Yo, si.
- ¿ Todos los días?. – Sí Señora. - ¿de verdad? – Mire usted tan de verdad que ya lo rezo hasta sin poderlo remediar. - ¿Sin poderlo remediar, como si fuera una cosa mala ? – No, no es que las alpargatas tienen la culpa. - ¿pues cómo es eso?. ( los compañeros se ríen) Mire señorita que es verdad que las alpargatas tienen la culpa de que yo rece todos los días el Avemaría. – Bien , explícate y te entenderemos. – Pues verá : al principio se me olvidaba rezar, como usted nos decía , hasta que un día voy y digo: pues ya no me voy a olvidar, cada vez que me ponga o me quite las alpargatas tengo que rezar el Avemaría ... y mire usted ya me he acostumbrado y sólo con mirar los pies ya me vienen ganas de rezar.”
( Mons. Manuel González)
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