viernes, 10 de junio de 2011

¡La Iglesia os pertenece, jóvenes!

En el mundo de hoy, hay muchas tentaciones puestas delante de vosotros todos los días – las drogas, el dinero, el sexo, la pornografía, el alcohol – que el mundo os dice que os traerán la felicidad, pero que son cosas que destruyen y dividen.


 Sólo hay una cosa que perdura: el amor de Jesucristo personalmente para cada uno de vosotros. Buscadle, conocedle y amadle, y él os hará libres de la esclavitud de una existencia deslumbrante, pero superficial, que propone frecuentemente la sociedad actual.  Dejad de lado lo que no es importante y daos cuenta de vuestra propia dignidad como hijos de Dios.


¡Éste es el desafío que el Señor os dirige hoy: la Iglesia ahora os pertenece a vosotros!

¡Estad siempre alegres en el Señor!

San Pablo –en su Carta a los Filipenses– nos invita a estar "siempre alegres en el Señor" (Fil 4, 4). Es una palabra que hace vibrar el alma, si consideramos que el Apóstol de los Gentiles escribe esta Carta a los cristianos de Filipo mientras se encontraba en la cárcel, a la espera de ser juzgado. Él está encadenado, pero el anuncio y el testimonio del Evangelio no pueden ser encarcelados. La experiencia de san Pablo revela cómo es posible mantener la alegría en nuestro camino, aun en los momentos oscuros.

 ¿A qué alegría se refiere? Todos sabemos que en el corazón de cada uno anida un fuerte deseo de felicidad. Cada acción, cada decisión, cada intención encierra en sí esta íntima y natural exigencia. Pero con frecuencia nos damos cuenta de haber puesto la confianza en realidades que no apagan ese deseo, sino que por el contrario, revelan toda su precariedad. Y estos momentos es cuando se experimenta la necesidad de algo que sea "más grande", que dé sentido a la vida cotidiana.

Queridos amig@s, vuestra juventud es un tiempo que el Señor os da para poder descubrir el significado de la existencia. Es el tiempo de los grandes horizontes, de los sentimientos vividos con intensidad, y también de los miedos ante las opciones comprometidas y duraderas, de las dificultades en el estudio y en el trabajo, de los interrogantes sobre el misterio del dolor y del sufrimiento. Más aún, este tiempo estupendo de vuestra vida comporta un anhelo profundo, que no anula todo lo demás, sino que lo eleva para darle plenitud.

"¿Qué buscáis?"

 En el Evangelio de Juan, dirigiéndose a sus primeros discípulos, Jesús pregunta: "¿Qué buscáis?" (Jn 1, 38). Estas palabras, esta pregunta interpela a lo largo del tiempo y del espacio a todo hombre y mujer que se abre a la vida y busca el camino justo… Y, esto es lo sorprendente, la voz de Cristo repite también a vosotros: "¿Qué buscáis?". Jesús os habla hoy: mediante el Evangelio y el Espíritu Santo, Él se hace contemporáneo vuestro. Es Él quien os busca, aun antes de que vosotros lo busquéis. Respetando plenamente vuestra libertad, se acerca a cada uno de vosotros y se presenta como la respuesta auténtica y decisiva a ese anhelo que anida en vuestro ser, al deseo de una vida que vale la pena ser vivida. Dejad que os tome de la mano. Dejad que entre cada vez más como amigo y compañero de camino. Ofrecedle vuestra confianza, nunca os desilusionará. Jesús os hace conocer de cerca el amor de Dios Padre, os hace comprender que vuestra felicidad se logra en la amistad con Él, en la comunión con Él, porque hemos sido creados y salvados por amor, y sólo en el amor, que quiere y busca el bien del otro, experimentamos verdaderamente el significado de la vida y estamos contentos de vivirla, incluso en las fatigas, en las pruebas, en las desilusiones, incluso caminando contra corriente.

Arraigados en Cristo, podréis vivir en plenitud lo que sois. Creciendo en la amistad con el Señor, a través de su Palabra, de la Eucaristía y de la pertenencia a la Iglesia, con la ayuda de vuestros sacerdotes, podréis testimoniar a todos la alegría de haber encontrado a Aquél que siempre os acompaña y os llama a vivir en la confianza y en la esperanza. El Señor Jesús no es un maestro que embauca a sus discípulos: nos dice claramente que el camino con Él requiere esfuerzo y sacrificio personal, pero que vale la pena.
No os dejéis desorientar por las promesas atractivas de éxito fácil, de estilos de vida que privilegian la apariencia en detrimento de la interioridad. No cedáis a la tentación de poner la confianza absoluta en el tener, en las cosas materiales, renunciando a descubrir la verdad que va más allá, como una estrella en lo alto del cielo, donde Cristo quiere llevaros. Dejaos guiar a las alturas de Dios.

La vida joven, entregada por amor, lleva el perfume de Cristo, y es para todos una invitación a no tener miedo de encomendarse al Señor, del mismo modo que lo contemplamos, en modo particular, en la Virgen María, la Madre de la Iglesia. A Ella confiamos a cada uno de vosotros, para que os acompañe con su protección y os ayude sobre todo a encontrar al Señor y, en Él, a encontrar el significado pleno de vuestra existencia. María no tuvo miedo de entregarse por completo al proyecto de Dios; en Ella vemos la meta a la que estamos llamados: la plena comunión con el Señor. Toda nuestra vida es un camino hacia la Unidad y Trinidad de Amor que es Dios; podemos vivir con la certeza de no ser abandonados nunca.

 "Estad siempre alegres en el Señor".                                           Su alegría, la alegría del verdadero amor, sea vuestra fuerza. Amén. ¡Alabados sean Jesús y María!


jueves, 9 de junio de 2011

La semilla que crece(Marcos 4, 26-34)

Grandes y profundos son los misterios que enseñabas a la gente a través de las parábolas, Jesús. A primera vista no sabía a qué te referías, pero ahora me lo has revelado más claro. La Iglesia, de hecho, es como ese grano que cae en la tierra. Basta repasar su historia para darse cuenta del progreso y del crecimiento que ha experimentado. Como toda obra, tuvo un inicio pequeño, discreto, casi mínimo.

Aquel grupo de doce rudos pescadores y unas cuantas mujeres, esa semilla diminuta, ha llegado a ser un árbol frondoso en donde las aves del cielo anidan a su sombra. En efecto, la Iglesia es ese árbol frondoso que extiende sus ramas para acogernos con maternal cariño, un árbol frondoso en donde podemos refugiarnos de las asechanzas de Satanás.

Pero me parece que sería muy ingrato contigo, Jesús, si permaneciera en la indiferencia y ociosidad. Porque tú “estableciste en este mundo tu Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y amor, como un organismo visible. La mantienes aún sin cesar para comunicar por medio de ella a todos la verdad y la gracia". Ahora me toca corresponder a este don inmerecido. Empezaré por conocerla más a fondo, pues nadie ama lo que no conoce. Te pido tu gracia y tu luz para que conociéndola cada día más la llegue a amar con verdadera pasión.

El sembrador (Marcos 4, 1-20)

La semilla que Dios ha plantado en nosotros, es más difícil que florezca en estos tiempos que estamos viviendo sin un cuidado personal.

Si nosotros somos los agricultores de nuestra semilla de fe, no esperemos que la semilla crezca y se desarrolle por sí sola. Es una cosa tan natural el cuidado y manutención de una semilla, y más si se trata nuestra propia fe.
Tal vez nosotros tenemos una semilla para ser un gran árbol frondoso, de raíces que necesiten espacio para crecer. Sin embargo no nos damos cuenta y la tenemos en una “macetita” de adorno y encerrada.

¿No será ese nuestro caso? Que en nuestro interior sentimos las ganas de irradiar nuestro amor a los demás. Es porque Dios nos ha dado un gran corazón. Y lo tenemos “cerradito cerradito”.

Si Dios no plantó en nosotros una semilla de un árbol, sí la de una flor. Como la de una violeta. Es pequeñita y muy hermosa. Pero necesita de un ambiente, muchos cuidados, momentos de sombra y sol. Incluso necesita amor, de lo contrario moriría. Este cuidado lo necesita tanto el gran árbol como la flor más pequeña. Comparémosla con nuestra fe. El cuidado debe ser día a día. Aquí entra la dificultad. Pero qué maravillas puede producir un sencillo cuidado en nuestra fe, y el olvido, el peor de los males. Al final de la vida nos pedirán cuentas de nuestra propia semilla.

¿Contarle mis pecados a un sacerdote?

Cristo, durante su vida pública hizo muchos actos públicos de perdón de los pecados y en ninguno aparece que pidiera la lista de pecados del pecador.

No hay que olvidar que la Sagrada Escritura es sólo uno de los caminos por los que llegamos a la Revelación de Cristo. El otro es la Tradición de la Iglesia, es decir, lo que aprendió la Iglesia a partir del testimonio directo de los apóstoles que vivieron junto a Jesús. De hecho, el Nuevo Testamento lo escriben los mismos apóstoles y discípulos que o bien vivieron junto a Jesús, como es el caso de Mateo y de Juan, o bien escucharon el testimonio de aquellos Apóstoles que vivieron en la intimidad con Él, como es el caso de Lucas y Marcos, por ejemplo. Y la Tradición ha sido siempre muy fiel a las enseñanzas de Jesucristo, fiel hasta dar la vida con tal de no modificar sus enseñanzas.

La primera Iglesia vivía una forma de confesión en la que se decían los pecados en privado al Obispo de la comunidad y luego se recibía la penitencia. En esto veía la Iglesia una forma de ser fiel a la dinámica de la Encarnación, que buscaba siempre la salvación del hombre a través de la naturaleza humana y al mismo tiempo respondía a una constante del corazón humano, que es la necesidad se saberse objetivamente perdonado, de escuchar "te perdono"

No se trata de confiar en el perdón, sino de tener la certeza de que Dios está actuando a través de medios humanos, según Él ha querido actuar siempre, desde su encarnación (Cf Mateo 18,18; Juan 20,23; Mateo 28,18-29). El sacerdote no está ahí por morbo, sino como conducto humano entre Dios y el hombre. Él olvida todo y no puede hacer uso de lo que tú le dices pues le obliga el secreto sacerdotal, que por gracia de Dios, nunca ha sido violado por ningún sacerdote en toda la historia de la Iglesia.

El sacerdote está haciendo un servicio, que es actuar en nombre de Cristo. Jesús podía conocer directamente al alma e incluso no hacía falta que hiciese público que perdonaba los pecados. Bastaba con su deseo y ya estaba. Que Él quisiera decir en público que los perdonaba era otra cosa, pero hoy no puede hacerlo. Necesita servirse de la Iglesia, que no tiene el poder de conocer el alma del pecador de modo intuitivo. Por eso escucha el pecado y da el perdón. Es una simple tarea de intermediario.


¿Cómo lo hacían en otras épocas en que no existía esta forma de confesión?
En todas las épocas de la vida de la Iglesia ha habido siempre una confesión individual. Hay muchos libros publicados por autores que se han dedicado a estudiarlo a fondo sobre documentos históricos y todos recogen siempre alguna forma de confesión individual. Es cierto que la forma de confesar los pecados que ahora vivimos fue instituida por los monjes irlandeses, pero antes, cuando se imponía públicamente la penitencia y se absolvía en público al penitente después de cumplirla, siempre la imposición de la penitencia estaba precedida de una exposición rigurosa de los pecados al obispo, cosa que se hacía en particular. También, muchas veces, la imposición de la penitencia solía hacerse en particular, excepto cuando se trataba de pecados públicos.
¿Se puede exigir al hombre de hoy esta única forma de confesión?
Sí. El hombre es una unidad psicosomática, es decir, compuesto de cuerpo y alma. Es claro que el perdón de los pecados es algo que se refiere al alma, pero también es claro que el ser humano necesita escuchar ese "te perdono" que da tanta tranquilidad. Seguramente, tú has tenido dificultades en tu trato con alguna persona a la que aprecias mucho. Siempre pasa en las relaciones humanas. ¿No es verdad que cuando quieres "arreglar las cosas" necesitas escuchar que la otra persona te perdona"? Si no, no te quedas tranquilo.
¿Debemos de dar tantas vueltas al tema, cuando creemos de verdad en la misericordia y el perdón de Dios?
No, si se las damos es porque nos cuesta aceptar que con un acto simple como exponer nuestros pecados y recibir la absolución de un sacerdote se nos perdone algo tan grave como es una ofensa a Dios. O también se las damos porque nuestra naturaleza herida por el pecado no quiere humillarse delante del confesor y prefiere arreglarse de otra forma.
¿No es mucho más importante el arrepentimiento sincero que el cumplimiento de una norma de la Iglesia?
Efectivamente, tanto que sin él no hay perdón de los pecados porque es la condición para alcanzarlo. Pero una cosa no quita la otra. El arrepentimiento, si es sincero, se expresa aceptando humildemente las normas de la Iglesia que no son inventadas, sino basadas en la Tradición de la Iglesia.

viernes, 3 de junio de 2011

María y la Eucaristía

Ciertamente que su vida tuvo que ser eminentemente eucarística... ¡ Quién pudiera comulgar como Ella comulgaba!. Si la comunión es la unión más íntima del alma con Dios ¿cómo la haría Ella?... ¿No le parecería que de nuevo se renovaba la Encarnación... y que al recibirle en la comunión, otra vez sentía la presencia efectiva, real y verdadera de su Hijo? No dudes que ni un solo día podría pasar sin comulgar..., que la Comunión sería para Ella el acto central de cada día y... que las horas todas parecerían pocas, para prepararse y darle gracias.

Y si una comunión bien hecha, basta para hacer santos, ¿qué haría en el alma de la Virgen?, Calcula los efectos que ha producido en tantas almas buenas... ¡Cuántas ha habido enamoradas... locas por la Eucaristía. La Comunión... la visita al Santísimo... deben ser los actos más importantes de ella; pero acuérdate de la Santísima Virgen..., imítala, ruégala, hazla dulce violencia para que no te deje y te enseñe a comulgar con fervor.

(D. Ildefonso Rodríguez Pbro.)

Comunión espiritual.

¡Oh Jesús, que en el sacramento de la Eucaristía te ofreces como nuestro Pan de vida divina! ¡Ven a mi corazón y dame la fe y el amor de María, nuestra Madre Inmaculada! Amén

De fiesta con Jesús.

El día 5 de junio celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor: Jesucristo te vas, pero te quedas conmigo. Eres el amigo siempre fiel, en el que puedo descansar. Me envías al mundo a ser tu testigo, para que tantos bienes que ofreces al mundo lleguen a toda la humanidad. Cuento cada día con tu presencia en mi vida. Hoy es la jornada mundial de los medios de comunicación.
El día 12 de junio celebramos la Solemnidad de Pentecostés: Jesucristo gracias por el envío de tu Espíritu. Te pido hoy que lo que prometiste que haría el Espíritu , se cumpla en mi vida, comenzando por el gran gesto de misericordia divina de perdonar mis pecados. ¡ Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tu fiel y enciende en mí el fuego de tu amor! Sólo con la asistencia del Espíritu podrá renovarse la fe de mi vida. Hoy es el día de la Acción católica y del apostolado seglar.
El día 16 de junio celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo sacerdote: Jesucristo te doy gracias de todo corazón por tu Cuerpo y tu Sangre, ofrecidos al Padre para mi salvación y la de todos los hombres. Y te doy gracias por los que has llamado al sacerdocio ministerial y han dedicado su vida a Ti y a tu Iglesia.
El día 26 de junio celebramos la solemnidad del Corpus: ¡¡BENDITO Y ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR!! Nunca podré agradecerte el inmenso regalo de tu compañía viva y vivificante en la Eucaristía: pan vivo bajado del cielo; divino banquete en el que tú eres el alimento. Con la Eucaristía se renueva la memoria de tu pasión, llenas mi alma de gracia y me das la entrada para el reino de los cielos. ¿Soy verdaderamente consciente de esto en la Misa, en la comunión? No quiero acostumbrarme al sacramento: que cada día sea algo nuevo y definitivo para mi vida cristiana, de la que es el centro.

Querido Juan Pablo II ¡Ya eres Beato!

Seguramente cuando esta hojita llegue a tus manos, ya habrá pasado la beatificación del Papa Juan Pablo II, que tuvo lugar el 1 de mayo de este año. Para hablar de este gran hombre es insuficiente todo espacio, mas trataremos de hacerlo en estas breves líneas.
Días previos a su beatificación, la expectativa de todo el mundo era grande, se organizaron numerosas peregrinaciones hacia el lugar central que era la misma ciudad del Vaticano, donde su Santidad Benedicto XVI sería el encargado de beatificar nada más y nada menos que a su predecesor Juan Pablo II. Los datos nos indican que después de ocho siglos sucede un caso así.

Karol Józef Wojtyla, está en la memoria de muchas generaciones debido a su largo pontificado de 27 años, se puede constatar que padres cristianos han transmitido la fe que nuestro beato irradiaba, ese gran amor que tuvo en vida a niños, jóvenes , adultos y ancianos, nunca tuvo acepción de personas, rompía todo protocolo si era necesario para dar un abrazo, una palabra, una sonrisa, un gesto de amabilidad a cualquier persona, era como si él siempre hubiese intuido que alguien necesitaba tenerlo cerca, aunque sólo hubiese sido para darle una mirada. Y es que nuestro buen Papa estaba lleno de Dios, porque la intensa entrega que tenía en la oración ininterrumpida en ese diálogo de tú a tú con el Señor, le dieron fortaleza para su diario vivir, y también para los buenos e ingratos momentos que tuvo que pasar en su vida y pontificado.

Benedicto XVI dice de él: “Desde niño, Karol Wojtyla encontró la cruz a lo largo de su camino, en su familia y en su pueblo. Pronto decidió cargarla con Jesús, siguiendo sus huellas. Quiso ser su fiel servidor hasta acoger la llamada al sacerdocio como don y compromiso de toda la vida. Con Él vivió y con Él quiso también morir. Y todo ello a través de la singular mediación de María Santísima, Madre de la Iglesia, Madre del Redentor, asociada de forma íntima y efectiva a su misterio salvífico de muerte y resurrección.”

En las imágenes de la beatificación pudimos advertir y constatar que Juan Pablo II es el “santo de todos”, con qué cariño, devoción y reverencia la gente se acercaba al féretro que se encontraba dentro la Basílica Vaticana. La presencia una vez más de autoridades políticas y civiles tal como sucedió en el día de su sepelio, nos confirma que él dejó una gran huella impresa en el corazón de todas estas personas.

En la homilía que el Santo Padre dirigió a la multitud congregada en la sede de Pedro, pudimos verlo visiblemente emocionado. “Seis años han pasado desde la subida al cielo de Juan Pablo II. El dolor por su pérdida, era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero, gracia que era fruto de toda la vida de mi amado predecesor y, especialmente, de su testimonio en el sufrimiento”. Nos decía al inicio de su homilía. Otras palabras sobresalientes fueron éstas: “Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de hablar del Evangelio”. “Karol Wojtyla subió al Solio de Pedro llevando la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre. Su mensaje: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es el camino del hombre”. El papa dio las gracias a Dios por la experiencia personal que le concedió de colaborar con su antecesor durante mucho tiempo. “Ya antes había tenido ocasión de conocerlo y de estimarlo, pero desde 1982, cuando lo llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante 23 años pudo estar cerca de él y venerar cada vez más su persona, aseguró que su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían su servicio.

Por último destacamos las emotivas palabras que dirigió Benedicto XVI a todos los que estábamos presentes física o espiritualmente en aquella inolvidable Eucaristía. “¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el cielo la fe del pueblo de Dios. ¡Tantas veces nos has bendecido desde esta Plaza! Hoy, te rogamos: Santo Padre, bendícenos. Amén.

Desde “Semillas” queremos dar inmensas gracias a Dios por la beatificación de nuestro amado Papa Juan Pablo II, esperamos muy pronto el milagro tan esperado para su próxima canonización.

“Mi esperanza ha resucitado”

¿Por qué esta noche es diferente? Para estar levantados, para estar ayunando, para estar todos esperando.

Así es queridos lectores, el día 9 de marzo comenzábamos el tiempo de Cuaresma, cuarenta días, en los cuales la Iglesia nos invitaba a retomar el camino de la conversión: de poder vivir en un tiempo de mayor sobriedad, de recogimiento y sobretodo de gustar el PERDÓN- RECONCILIACIÓN, ya sea con tu hermano, ya sea con Dios por medio del Sacramento. Y todo esto con el fin de poder llegar a la noche del Sábado Santo, la noche más importante dentro de la vida del cristiano, porque en ella Cristo Jesús pasa de la muerte a la vida, y con Él nuestro hombre viejo se transforma en un hombre nuevo. En este que es capaz de ver a Cristo a través de los acontecimientos, que no huye de la Cruz-del sufrimiento, sino que pone en Dios toda su confianza, su esperanza.

En la mañana del Domingo de Resurrección el sol es radiante, las aves del cielo cantan a su Señor que ha vuelto a la vida. ¡¡ Alégrate!! Porque Cristo nuestro hermano ha resucitado, esta es la razón de nuestra fe, Cristo es Señor de vivos y de muertos, deja que Jesús pase por tu vida, para que al igual que los discípulos de Emaús palpite tu corazón, y lo reconozcas en la fracción del pan porque:

“Cristo, tu esperanza...ha resucitado”

LA NUEVA EVA.

El Evangelio nos revela cómo María ora e intercede en la fe: en Caná de Galilea (Jn. 2, 1 – 12); y en la hora de la nueva alianza, al pie de la Cruz, María es escuchada como la mujer, la nueva Eva, “la verdadera madre de los que viven” ( cf. Cat. Igle. Cat. Nº 2618).

Ella en efecto como dice San Ireneo “por su obediencia fue causa de la Salvación propia y de la de todo el género humano”.

Por eso no pocos padres antiguos coinciden con San Ireneo en afirmar:” El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe”. (cf. Lumen Gentium, nº 56).

Te invito que en este mes mariano acudas a María rezando un misterio del Rosario, la Salve, o, como tenemos tan reciente la beatificación del Papa Juan Pablo II , diciendo a la Virgen de Fátima ( 13 Mayo) Soy todo tuyo, Totuus tus.


¿A quién se apareció primero Jesús resucitado?

La piedad de los hijos de la Iglesia tiene por seguro que Cristo resucitado se apareció primero a su Santísima Madre. Ella lo había criado a sus pechos, lo había guardado en su infancia, lo había como presentado al mundo en las bodas de Caná de Galilea para no volver a aparecer sino al pie de la Cruz.

Jesús que había consagrado a Ella y a San José treinta años de vida oculta, ¿cómo no le dedicaría el primer instante de su vida oculta en Dios? La Santísima Virgen también estaba oculta en Dios, y nada sabemos de este tema. Lo que nos da a entender la disposición divina es que la Virgen María es un alma que no busca el protagonismo, que es humilde, que pasa desapercibida, que hace el bien sin ruidos, que vive lo ordinario de cada día de una manera extraordinaria: con amor...

SEMILLAS Y FRUTOS DE JOSÉ

Cuando se acerca el 19 de marzo, sabemos que está al llegar el día del padre, del carpintero, el santo de los que llevan el nombre de José y Josefa, y no sé si se me olvida algo más, lo cierto es que este día es verdaderamente grande para el mundo cristiano, porque celebramos la Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María, Padre nutricio de Jesús, patrono y protector universal de la Iglesia.
Pero ¿quién es en realidad San José? En pocas líneas es difícil explicar, ya que se han escrito libros enteros sobre su persona.
La Biblia lo menciona muy pocas veces, mas sabemos por la Tradición de la Iglesia que el culto a San José nació con que la Edad Media rodeó a la Virgen María y al Niño Jesús en el siglo XV. La misión de San José al lado de Jesús y María queda expuesta claramente en el prefacio de las misas: José es el “hombre justo”, esposo de la Virgen María, “el servidor fiel y prudente” custodio de la Sagrada Familia, que “haciendo las veces de padre, cuidará de Jesús”. No dejemos que estas palabras tomadas del Misal del Vaticano II pasen desapercibidas.
Dios ha puesto a los santos como modelo para nuestras vidas, en este caso tratemos de imitar un poquito a San José en su fidelidad, prudencia, sensatez y gran amor hacia Jesús, la Virgen María y la humanidad entera.

¡NO CONOZCO VARÓN!

El 25 de marzo celebramos la solemnidad de la “Encarnación del Hijo de Dios”, realicemos pues, un viaje espiritual a aquellas tierras lejanas y centrémonos en Nazaret, aquella pequeña aldea en la que vivía María con sus padres Joaquín y Ana.
A partir del saludo del ángel María es reconocida como la llena de gracia, la que ha recibido los favores de Dios: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” ( Lc 1, 28) frente a este saludo nace el asombro en María, de modo que el ángel de Dios justifica el saludo:” No temas María porque has hallado gracia delante del Dios, vas a dar a luz un Hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” ( Lc 1,30).
El asombro de María es aún mayor por eso afirma: “¿Cómo será eso pues no conozco varón? - el ángel le respondió – El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 34 – 35).
Las promesas de Dios son las que guían a los seres humanos por sus caminos, es Él quien dirige la marcha de su pueblo por el desierto. Ahora dirige el sendero a seguir por María, de suerte que no dudará en responder: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra.” (Lc 1, 38)
Así la Iglesia invita a celebrar esta fiesta y a su vez alimenta la espiritualidad de todos los cristianos. Contemplemos pues de modo especial la oración del Ángelus:
• El ángel del Señor anunció a María. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
• Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra.
• El verbo se hizo carne. Y acampó entre nosotros.
O bien los misterios gozosos del Santo rosario que encierran toda la vida de María como madre de Dios y Madre nuestra.

Las sucesivas conversiones

El día 9 de marzo, con el rito de la imposición de la ceniza, comenzamos el tiempo de la Cuaresma: tiempo de penitencia, de purificación, de conversión.
En la vida del cristiano la primera conversión es importante, pero más importante aún, y más difíciles son las sucesivas conversiones. Pero no hay que temer, contamos con la gracia divina que jamás nos faltará si de nuestra parte invocamos al Señor. Dice Dios por boca del salmista: “si acudís a mí, yo os escucharé” (Sal 90, 15).
Nos oye el Señor, para intervenir, para meterse en nuestra vida, para librarnos del mal, y llenarnos de bien, “lo libraré y lo glorificaré” (Sal 90, 15)... La esperanza de esta glorificación acentúa nuestra fe y estimula nuestra caridad. De este modo las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) se han puesto en movimiento.
¿Qué mejor manera de comenzar la Cuaresma? Renovamos la fe, la esperanza y la caridad. Esta es la fuente del espíritu de penitencia, del deseo de purificación. La Cuaresma no es solo una ocasión para intensificar nuestras prácticas externas de mortificación: si pensamos que es sólo es eso, se nos escaparía su hondo sentido en la vida cristiana, porque esos actos externos son –repito- fruto de la fe, esperanza y del amor.
(San Josemaría Escrivá de Balaguer)

MUERTO, VIVE PARA SIEMPRE

Estábamos de rodillas frente al lecho de Juan Pablo II. El Papa yacía en la penumbra, aunque la luz era tenue, a él se le veía bien. Al fallecer, el arzobispo Dziwisz, se levantó, encendió la luz y aunque emocionado con voz firme comenzó a cantar : “ A ti oh Dios te alabamos”. Al ver a don Estanislao, nos dimos cuenta de que empezábamos una nueva etapa: Juan pablo II ha muerto: quiere decir que vive para siempre. Aunque el corazón sollozaba y el llanto oprimía la garganta, seguimos cantando. A cada palabra, nuestra voz se volvía más segura y más fuerte. El canto proclamaba: “vencedor de la muerte, has abierto a los creyentes el reino de los cielos. Así con el himno del “Te Deum” glorificamos a Dios, bien visible y reconocible en la persona del Papa.
Quienes entraban en contacto con Juan Pablo II, se encontraban con Jesús, a quien el Papa representaba con todo su ser. Con la palabra, el silencio, los gestos, el modo de proceder en el espacio litúrgico, el recogimiento en la sacristía: con todo su modo de ser. Se notaba inmediatamente: era una persona llena de Dios. Y para el mundo había llegado a ser signo visible de una realidad invisible, también a través de su cuerpo desgarrado por el sufrimiento de los últimos años. A menudo bastaba mirarlo para descubrir la presencia de Dios y , así comenzar a rezar. Antes de cada celebración, iba a confesarme. Necesitaba recibir la absolución para estar al lado de él.
Cuando se está al lado de una persona santa, cuando el hombre de algún modo palpa la santidad, ésta se irradia en toda la persona. Pero al mismo tiempo se experimenta la tentación: al espíritu del mal no lo agrada el aire de santidad.
Hacia las tres de la madrugada salí del apartamento del palacio apostólico. En la calle Borgo Pio había una multitud de gente: caminaban en silencio pensativo. El mundo se había parado, se había arrodillado y había llorado. Durante los días sucesivos, Roma se había convertido en un cenáculo: todos se comprendían, aunque hablaban idiomas diversos.
Estuve en contacto con el Papa siete largos años durante su vida, pero también cuando su alma se separó del cuerpo. En el momento de la muerte sólo nos quedan los restos, que se volverán polvo: el cuerpo se deshace y la persona es acogida en el misterio de Dios.
Cada día celebro la Misa en las grutas Vaticanas. Observo cómo los empleados de la basílica y todos los que van a trabajar a los distintos dicasterios y oficinas del Vaticano, los gendarmes, los jardineros, los conductores, comienzan la jornada con un momento de oración ante la tumba de Juan Pablo II: tocan la lápida y le mandan un beso, y eso lo hacen todas las mañanas.
Desde el año 2005 el Papa había comenzado a debilitarse cada vez más. Caminaba con mucha dificultad. Con el arzobispo Piero Marini participamos durante cinco años en los sufrimientos del Papa, en su heroico combate consigo mismo para soportar el sufrimiento. En los últimos años de mi servicio a su lado me di cuenta de que la belleza siempre va unida al sufrimiento. No se puede tocar a Jesús sin tocar la cruz: el Pontífice estaba probado por el sufrimiento, pero así era sumamente bello, en cuanto que con alegría ofrecía todo lo que recibió de Dios y con alegría devolvía a Dios todo lo que de Él había recibido.
El atleta que caminaba y esquiaba montañas ahora había dejado de caminar; el actor había perdido la voz. Poco a poco le había sido quitado todo.
Antes de comenzar el funeral Mons. Dziwisz y Mons. Marini cubrieron el rostro del Papa con un lienzo de seda: toda su vida estuvo cubierta y oculta en Dios. Yo estaba al lado del féretro y tenía en la mano el Evangeliario. Karol Wojtyla no se avergonzaba del Evangelio. Vivía según el Evangelio. Resolvía según el Evangelio todos los problemas del mundo y de la Iglesia. Según el Evangelio construyó toda su vida interior y exterior.
Si quisiera indicar lo que es más importante para la vida sacerdotal y para cada uno de nosotros mirándolo a él, podría decir: no ocultar a Dios en la propia vida, sino mostrarlo y ser signo visible de su presencia. A Dios nadie lao ha visto jamás, pero Juan Pablo II lo hizo visible a través de su vida.
(Testimonio de Konrad Krajewski. )

JUNTO A LA CRUZ DE JESÚS. . . ESTABA MARÍA.

De María al pie de la Cruz no nos han sido transmitido gritos y lamentos como los de las mujeres que le acompañaban durante la subida al Calvario( Lc 23,27); no se nos han transmitido palabras , como cuando hallaron a Jesús en el templo, o como en Caná de Galilea. Se nos ha transmitido sólo su silencio. María calla en el momento del nacimiento de Jesús y calla en el momento de la muerte de Jesús.
Si María pudo ser tentada, como lo fue también Jesús en el desierto, esto tuvo lugar sobre todo al pie de la Cruz. Y fue una tentación muy profunda y dolorosa porque tenía como motivo precisamente a Jesús. Ella creía en las promesas, creía que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios; sabía que, si Jesús lo hubiese pedido, el Padre le habría mandado “más de doce legiones de ángeles” ( Mt. 26,53). Pero ve que Jesús no hace nada. Liberándose a sí mismo de la cruz, le libraría también a ella de su tremendo dolor, pero no lo hace. Sin embargo, María no grita: “¡Baja de la cruz; sálvate a ti mismo y a mí!” , ni tampoco: “ Has salvado a tantos otros ¿ Por qué no te salvas ahora a ti mismo, hijo mío? Aunque sea fácil intuir hasta que punto surgía espontáneamente en el corazón de una madre un pensamiento y un deseo parecidos. Ya ni siquiera le pide a Jesús: Hijo ¿Por qué nos has hecho esto?, como le dijo cuando después de haberlo perdido, lo encontró en el Templo (Lc 2,48). María calla, “consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que Ella misma había engendrado” dice un texto del Concilio Vaticano II. Celebra con Él su Pascua.
( ... ) Así pues, “junto a la cruz de Jesús” María no estaba cerca de Jesús solamente en un sentido físico y geográfico, sino también en un sentido espiritual. Estaba unida a la cruz de Jesús; tenía el mismo sufrimiento, sufría con él. Sufría en su corazón lo que el Hijo sufría en su carne. Y sólo podría pensar de forma distinta quien no tenga ni idea de que es ser madre...
(Raniero Cantalamessa)

LA LUZ DE CRISTO

Cuarenta días después del nacimiento de Jesús , María y José llevaron al Niño al Templo, a fin de presentarlo al Señor según la ley de Moisés ( Cf. Ex 13,13) y María se sometió a la purificación de las jóvenes que habían dado a luz(Cf. Lv 12,6 – 8).
Un anciano llamado Simeón acudió al encuentro de Jesús, saludándolo como “ luz de las naciones” ( El cántico de Simeón se reza todos los días en las completas) . El encuentro de Simeón con el Señor simboliza el encuentro del Señor con el pueblo.
Los diversos aspectos de este suceso han configurado la fiesta de este día que cierra la solemnidad de la Encarnación.
Al recordar la purificación de María, pedimos al Señor que podamos “ser presentados delante de él con el alma limpia”.
El Espíritu Santo impulsa a Simeón y Ana que acuden al Templo e iluminados por este mismo Espíritu Santo conocen al Señor y lo proclaman con alegría.
En nuestros días ¿Quién espera ver a Cristo? porque vino la luz al
mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, esta palabra
es muy actual, en el proceso de secularismo en el cual muchos hombres
piensan y viven “como si Dios no existiera”.
La asistencia a la misa dominical en nuestras parroquias se
caracteriza porque la mayoría de las personas son mayores, es de notar la
falta de jóvenes, es muy raro ver algún joven presente, igualmente no se
ven niños.
Tanto amó Dios a los hombres que entrego a su hijo a la muerte
por ellos y una muerte de cruz, solo éste que es el verdadero amor hace feliz
a todo hombre que cree, lo acepta y recibe como Simeón. La luz que
ilumina toda nuestra vida(Jesucristo luz de las naciones), da sentido
a todos nuestros sufrimientos, angustias, incomprensiones, enfermedades,
vejez y muerte; éste es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo,
el que rompe toda división y crea la verdadera unidad, la fraternidad,
la comunión que se da en La Iglesia Católica. Luz de las naciones.

NECESIDAD

¡ No lo desprecies sin haberlo leído!
Celebrar cada fiesta de la Virgen María, bajo cualquier advocación, es para cada cristiano volver a escuchar sus palabras dirigidas en las bodas de Caná.
¡ Haced lo que Él os diga. Hoy viene bajo la advocación de Lourdes -la Inmaculada Concepción te invita a tener un encuentro fenomenal.
Como ya sabéis, en el año 1858, una joven campesina de nombre Bernardita Soubirous, estando a la orilla del río Gave ( Francia) recogiendo leña se le apareció la Virgen, a quien esta joven campesina la llamaba ¡ LA HERMOSA SEÑORA! ; pues bien esta hermosa Señora en uno de los dieciocho encuentros que tuvo le pidió oraciones y sacrificios por los enfermos y la conversión de los pecadores a lo que ella aceptó con alegría.
Hoy tú puedes ser un instrumento de Dios, existen en el mundo, incluso en nuestra querida España millones de almas enfermas, no solo enfermos corporales , sino también enfermas espirituales; niños sin bautizar, parejas sin casarse, jóvenes destruidos por la droga el alcohol, el sexo, terrorismo etc.
Pues bien esta Hermosa Señora te invita a ser un puente de esperanza como Bernardita, para que muchas almas se conviertan; no es necesario que prediques y/o te sacrifiques, puedes salvar almas con solo: recitando un Padrenuestro, o un Avemaría, o rezando un misterio del Rosario, asistiendo a la Eucaristía, visitando cinco minutos a Jesús Eucaristía.
Con el rostro sonriente de esta hermosa Señora me despido con una anécdota: ( es un hecho real)

“Pregunta la catequista a un niño:
Dime, ¿ rezas por fin el Avemaría que te encargué?. - Yo, si.
- ¿ Todos los días?. – Sí Señora. - ¿de verdad? – Mire usted tan de verdad que ya lo rezo hasta sin poderlo remediar. - ¿Sin poderlo remediar, como si fuera una cosa mala ? – No, no es que las alpargatas tienen la culpa. - ¿pues cómo es eso?. ( los compañeros se ríen) Mire señorita que es verdad que las alpargatas tienen la culpa de que yo rece todos los días el Avemaría. – Bien , explícate y te entenderemos. – Pues verá : al principio se me olvidaba rezar, como usted nos decía , hasta que un día voy y digo: pues ya no me voy a olvidar, cada vez que me ponga o me quite las alpargatas tengo que rezar el Avemaría ... y mire usted ya me he acostumbrado y sólo con mirar los pies ya me vienen ganas de rezar.”
( Mons. Manuel González)

OBRAS DE MISERICORDIA .

¿ Qué son las obras de misericordia? Son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, consolar aconsejar, confortar son obras espirituales de misericordia como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales son dar de comer al hambriento, dar techo a quien no tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. ( Catecismo de la Iglesia Católica nº 2447)
Te invito a que este mes contribuyas en la campaña de Manos Unidas en la “ Operación Bocata” y también que des parte de tu tiempo visitando algún enfermo o involucrándote en la pastoral de la salud.
El día en que su madre le reprendió por atender en casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: “ Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de servir a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús.”

Nazaret, una familia...un modelo a seguir.

¿Qué te parece si juntas meditamos el misterio que encierra la Sagrada Familia de Nazaret: JESÚS , MARÍA Y JOSÉ, en este pequeño artículo?

Bien sabemos que la Sagrada Familia se instaló en Nazaret después de la huida de Egipto. Allí Jesús creció en su hogar durante doce años, siendo pobre, humilde y obediente. San José con inmenso amor le iba enseñando el oficio de carpintero, Santa María siempre fue una madre y esposa abnegada trabajadora y sumisa en su hogar. Fue una familia normal como todas la de su época, pero se diferenciaba de las demás porque aquel Divino Infante al cual educaron y encaminaron en la vida , era el mismísimo Dios hecho niño.
Hoy por hoy es necesario cuidar aquel núcleo importante que es la familia, los hijos debemos amor, respeto, confianza y fidelidad a nuestro padres y a su vez estos aceptar los hijos que Dios les envía, transmitirles la fe, velar por todas sus necesidades físicas y espirituales, dedicación y atención, ya que son los primeros maestros y formadores de sus vidas.
Por esto acudimos al patrocinio de la Sagrada Familia de Nazaret, la más augusta que jamás se ha visto ni verá la tierra hasta la consumación de los siglos, el modelo incomparable y perfecto de todas las familias del orbe.

EL CRISTIANO SANTO.

¿ Has leído alguna vez las vidas de los santos? ¿ Has pensado bien quién es un santo?
Algunos se figuran que un santo o una santa han sido personas diferentes de los demás. No.
Un santo, una santa ha sido una persona que ha vivido en esta mismo mundo en que vivimos nosotros, quizá en nuestra misma patria o pueblo;
- que ha tenido las mismas tentaciones que tenemos nosotros y quizá más fuertes;
- que ha sentido las mismas pasiones que nosotros y quizá más vehementes;
- que se han hallado en los mismo peligros en que nos encontramos nosotros, y quizá peores.
¿ Cómo se han hecho santos?
Pues sencillamente: encomendándose a Dios, resistiendo valerosamente a la tentación, luchando contra sus malas pasiones, apartándose del peligro de pecar, procurando llevar una VIDA CRISTIANA.
Tú, que lees esto, puedes también ser santo. ¿ Qué necesitas para serlo?. QUERERLO, sólo QUERERLO; pero QUERERLO de veras. No se necesita más.
Si quieres, puedes cumplir como buen cristiano.
Si quieres, puedes confesarte, si has pecado.
Si quieres puedes ir a Misa los días mandados.
Si quieres, puedes frecuentar los sacramentos.
Si quieres, puedes guardar los mandamientos.
Si quieres, puedes tú también ser SANTO.
Muchos santos fueron grandes pecadores; pero confesaron sus pecados, se arrepintieron de ellos, se convirtieron a Dios, y llevaron VIDA CRISTIANA.
Haz lo mismo tú, y serás SANTO.

Maternidad de María

Así quiere la Iglesia que se celebre esta fiesta, con alegría universal... porque esta Maternidad Divina ha traído el gozo verdadero a toda la creación. Y así es, gozo infinito y eterno en el mismo cielo... ya que por la Maternidad, María es lo que es. Toda su dignidad y grandeza brotan de ella. San Bernardo se detiene en profundizar en lo excelsa que es la Virgen por ser Madre de Dios.
¡¡¡Dios obedeciendo a una mujer!!!No hay humildad como ésta...
¡¡¡Una mujer elevada sobre el mismo Dios!!! No hay sublimación comparable con ella...

DIOS LLAMÓ A MARÍA ¡MADRE!
Sí, el título mayor de la Virgen es ser Madre de Dios. ¿ Nos hemos parado a pensar, en profundidad, lo que significa que una mujer de nuestra carne y hueso sea elevada a la dignidad de Madre del Altísimo? ¡ Es como para morir de gozo y agradecimiento!
Al meditar la grandeza de nuestra Madre nunca podremos comprender el gran misterio que Dios hizo en Ella, al encerrarse en su seno virginal. ¡ Él, encerrado en la criatura!, el primer Sagrario viviente: ¡ las entrañas virginales de María!
El día 1 de Enero pone la Iglesia a nuestra consideración la festividad de María, Madre de Dios, porque sabe cuánto bien es para las almas esta solemnidad.
Si a Ella el Señor la llamó Madre, porque es la mejor de todas las Madres es para que también nosotros la tengamos por tal. Si nuestras madres en la tierra saben ser tan buenas, Qué será la Virgen, que nos ama mucho más? Porque Ella sí que sabe serlo ya que lo es de Dios. Y Él le dio un corazón tan grande y tan maternal, para ser Madre de todos los humanos, por eso una vez más digámosle:
“ Aunque mi amor te olvidare, Tú no te olvides de mí”

¡ADIOS-HOLA!

Comenzamos el nuevo año el día 1 de enero. Después de la noche vieja, con el cuerpo resentido todavía por la fiesta nocturna, exuberante y jubilosa, amenizada por el ritual de las doce campanadas y por las efusivas felicitaciones y deseos de felicidad, un nuevo año se abre a nuestra esperanza y a nuestras aspiraciones. El día primero del año se perfila para nosotros como un nuevo horizonte, como una nueva andadura que queremos estrenar con un nuevo estilo y con un paso renovado. El tránsito del año viejo al nuevo ha sido vivido desde antiguo, por hombres de culturas diferentes y de credos religiosos que nada tienen que ver con el nuestro, como una experiencia de renovación y de cambio, de ruptura con el pasado viejo y de entrada en un nuevo orden de cosas. La historia de las religiones abunda en testimonios altamente significativos en este sentido.
Para los que creemos en Jesús, los motivos que impulsan las celebraciones del comienzo de un nuevo año nos remiten indudablemente al evento de la creación del universo y al acontecimiento pascual de la liberación del Éxodo; eventos que culminan con la Pascua de Jesús, por la que surge una nueva creación, un ser nuevo renovado y libre, diseñado y construido a la medida y a imagen del Jesús de la Resurrección, primicia del hombre nuevo y de la creación nueva. Por eso Jesús se sitúa en el centro de la historia, como principio y fin de todas las cosas.

La Corona de Adviento

La Corona de Adviento es el primer anuncio de Navidad
La palabra Adviento es de origen latín y quiere decir venida. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo y abarca las cuatro semanas antes de Navidad.
Origen
La Corona de Adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre cristianas de los germanos. Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la Corona de Adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. Él vino para hacer todas las cosas nuevas.
Nueva realidad.
Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Jn. 8,12: “Yo soy la Luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: “Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. (Mt. 5,14.)”
En el Siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el Adviento. Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La pureza de María

La belleza de María Inmaculada, es su pureza. El atractivo de su belleza purifica nuestras almas. A cuántos niños y grandes, ha conservado o devuelto la pureza un pensamiento, una mirada a la Virgen, la criatura más bella salida de las manos de Dios, la Mujer bendita entre las mujeres. Pocas páginas tan bellas como ésta de Pío XII, que copiamos a continuación, sobre la belleza de la Virgen, en el radiomensaje del día de la Inmaculada de 1953:

“Ante todo, queridos hijos e hijas, mirad a María, hermosa como la luna. ¡Qué bella debe ser la Virgen! Cuántas veces nos ha impresionado la belleza de una cara angelical, el encanto de la sonrisa de un niño, la fascinación de una mirada pura! Ciertamente, en el rostro de su propia Madre, Dios ha recogido todos los resplandores de su arte divino. La mirada de María, su sonrisa, su dulzura, la majestad de la Reina del Cielo y tierra. Como brilla la luna en el cielo oscuro, así la hermosura de María se distingue sobre todas las hermosuras, que parecen sombras junto a Ella, María es la más bella de todas las criaturas...

No es sólo la belleza natural la que se refleja en su rostro. Dios ha revestido su alma con la plenitud de sus riquezas por un milagro de su omnipotencia, y ha hecho pasar a la mirada de María, algo de su dignidad sobrehumana y divina. Un rayo de la belleza de Dios brilla en los ojos de su Madre.”

¡¡¡ PREPÁRATE!!!

El departamento de meteorología nos indica que este año el invierno será duro. Por tanto hay que tomar medidas adecuadas a la noticia.
Los centros comerciales nos presentan las variedades de sus productos, ofertas de liquidación o rebajas, como también un combinado de juegos de luces, adornos etc. que denotan las fiestas de fin de año. Por tanto por la novedad caemos en la tentación y nos acercamos a cada uno de ellos.

Así la Iglesia dentro del año litúrgico nos propone vivir el tiempo de Adviento. ¿Y qué es el Adviento? Es un tiempo de preparación, de espera. ¿Y qué esperamos? La llegada del Mesías – el Señor, el Hijo de Dios hecho carne, que nacerá del Seno de la Virgen María.

Es costumbre que en nuestros hogares, en la sala, se coloque el Belén, pero, ¿has pensado que tu corazón puede ser la posada, la perfecta posada donde Jesús pueda nacer?

Adviento es el tiempo de gracia, él llama a tu puerta, no dejes que pase de largo, acógelo sin miedo, su llegada iluminará tu vida, y verás que se puede ser “joven-moderno y... fiel a Jesucristo”

CRISTIANOS A MEDIAS

¿Quiénes son los cristianos a medias?

_ Son los que llevan una vida medio cristiana y medio pagana, que ni agradan a Dios, ni agradan a los hombres, ni se agradan a sí mismos.
_ Son los que se consideran cristianos y católicos dentro de casa, pero no fuera de ella.
_ Son aquellos que por una nonada dejan la Misa los Domingos.
_ Son aquellos que quieren contentar a Dios y al mundo, que encienden una vela a Dios y otra al demonio.
_ Son aquellos que tienen en su casa una revista católica y ... otra indecente.
_ Son aquellos que leen el Evangelio y el Kempis, sin dejar la novela ligera y quizá claramente inmoral y pornográfica.
_ Son aquellos que por un simple qué dirán, dejan las prácticas piadosas.
_ Son aquellos que por un falso y ridículo miedo de espantar al enfermo, le dejan morir sin Sacramentos y con todos sus pecados, exponiéndole a una probable condenación.
_ Son aquellos que llevan devotamente el escapulario y visten de manera contraria a la moda cristiana.
_ Son aquellos padres que acompañan a sus hijos (o permiten que vayan), a Misa, y después les acompañan (o permiten que vayan) a lugares peligrosos e inconvenientes.
- Son, en una palabra, los que no viven prácticamente en sus costumbres VIDA CRISTIANA.
Con estos equilibrios se disponen a dar un paso en falso y caerse en el eterno precipicio, del cual nos libre Dios y del cual hemos de guardarnos.

El asombroso poder de Cristo:La misericordia.

Al leer el Evangelio de la solemnidad de Jesucristo , Rey del universo, en seguida nos damos cuenta de que nuestro Rey es bien distinto a los reyes de este mundo.
¿ Cuál es su poder? ¿En dónde radica su autoridad?. En el evangelio encontramos una respuesta clara pero a la vez desconcertante: su poder alcanza hasta lo que los hombres jamás hubiéramos podido conseguir ni otorgar: la vida eterna, abrir a otro las puertas del paraíso, pero eso lo realiza cuando se conmueve, cuando brota de él la fuerza de la Misericordia. ¿ No es asombroso? Tenemos un Rey capaz de abrirnos hasta las puertas del cielo y ese increíble poder radica en la compasión, en la ternura y en la misericordia. Definitivamente no tiene nada que ver con los poderosos de este mundo y, sin embargo, su poder es infinitamente mayor que el de ellos.
¿ Qué hacer ante Cristo Rey? Un personaje casi desconocido que aparece en el Evangelio de Lucas nos da la clave: el llamado “buen ladrón”. Es un ladrón y cumple condena por sus delitos, pero en medio del sufrimiento y posiblemente de la desesperación, sabe mirar con humildad. Y descubre a Cristo como rey, paradójicamente en el momento en que su poder y realeza están escondidos, en la cruz. Pero es ahí donde se muestran más eficaces que nunca.

jueves, 2 de junio de 2011

Presentación de María

A la edad de tres años María, la Virgen niña es presentada en el Templo, con cuánto amor y generosidad se ofrece a Dios.

A los tres años qué prisa tenía la Virgen Niña en consagrarse al servicio del Señor; Ella con toda la generosidad de su alma llena de gracia; se desprende de sus padres para vivir al servicio del Altísimo.
Penetrada en el Templo, se ofrece al Señor, y a Él se consagra para ser toda suya y para siempre. Cómo se complacería Dios al ver a esa Niña toda pureza, inocencia, candor, postrada en el Templo orando y hablando con Dios, Ella que sería el Arca de la Alianza, el Trono del Altísimo ... la Madre de Dios!
En el Templo brilló una gran luz, llegó María Niña, niña en su cuerpecito, pero gigante en su alma. Ella la Torre de David, alta en su sabiduría, preciosa como Torre de marfil, valiosa Casa de Oro, incorruptible Arca de la Alianza, poderosa Puerta del Cielo ... Así es maría; es Madre clemente y llena de misericordia, salud del que está enfermo; y que nos acoge a todos los pecadores, porque la necesitamos para que nos consuele en nuestra aflicción, a los seguidores de Jesucristo que somos los cristianos.
Ella desde el cielo nos mira, nos ayuda en cada instante, y como madre solícita está deseando que acudamos a Ella con confianza y amor.

RECOMPENSA – ESPERANZA

La Iglesia con su sabiduría de siglos, ha querido recoger en una única celebración la fiesta de todos aquellos hermanos nuestros – conocidos y anónimos- que gozan de la salvación de Dios en el cielo. La solemnidad de Todos los Santos se caracteriza por el tono gozoso y festivo de la Iglesia peregrina, porque estos “mejores hijos de la Iglesia” son nuestro ejemplo y nuestra ayuda, y han alcanzado aquello que nosotros esperamos obtener.
Convendría que en este día tomáramos conciencia de la necesidad de ser santos, de mejorar nuestra vida y animarnos a entrar por la senda estrecha que Cristo nos propone en su evangelio. Es lo que en este día nos recuerdan y señalan los Santos, nuestros hermanos mayores. Pidamos hoy y siempre ayuda a esta multitud de bienaventurados, que intercedan por nosotros ante Cristo y podamos llegar a la meta de la santidad que es la razón fundamental de nuestra existencia, lo que nos hará verdaderamente felices.
La celebración del día de los difuntos nos recuerda que somos peregrinos, que vamos caminando hacia el destino como “ciudadanos del cielo” , que no tenemos aquí morada permanente, sino que estamos destinados a una vida definitiva y mucho mejor.
Dios nos ha creado para la vida. Lo mismo que la cruz de Cristo no fue el final, sino el paso a la nueva existencia gloriosa.
En cada Eucaristía recordamos a los difuntos y no sólo hoy. La mejor oración que podemos elevar por los difuntos es la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo.

EL ÁNGEL CUSTODIO: ¿COSAS DE NIÑOS?

Parece ser que algunas personas piensan que la devoción al ángel de la guarda es cosa de niños. No es verdad. Si fuera cosa de niños deberíamos conservarla, porque Jesús en el Evangelio dice: Si no volvéis a ser como niños no entraréis en el Reino de los Cielos...
(Cf. Mt. 18, 1-5)

Es una verdad muy consoladora la de que tenemos siempre en nuestra compañía, aunque de un modo invisible, al Ángel Custodio, señalado por Dios para cada uno de nosotros.

Él nos defiende, nos guarda, nos inspira lo que hemos de hacer para salvarnos, y lo que hemos de evitar para no condenarnos.

Tres cosas debemos a nuestro Ángel de la Guarda:

Reverencia por estar siempre a nuestro lado;
Devoción por preocuparse de nuestro bien;
Confianza en su generosa protección.

Dice Dios: Yo te enviaré a mi ángel, que vaya delante de ti, te defienda en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado. Respétalo y escucha su voz. (Cf. Ex. 23, 20-23)

Señor, me has dado un estupendo regalo, una inestimable ayuda, y apenas le hago caso: mi Ángel de la Guarda, que me protege y quiere guiarme por el camino de la santidad, pero no siempre hago caso de sus indicaciones. Mi “Ángel de la Guarda, dulce compañía” no toma vacaciones. Su voz es tu voz, y quiero obedecerle.

... INVOCA A MARÍA ...

Octubre, mes del Rosario.

El rezo del Santo Rosario te invita a gozarte con los misterios de la infancia del Señor, a aceptar la luz que te viene de su vida pública, a acompañarle en los dolores de su pasión y muerte, para participar en la gloria que ya goza en el cielo.
El Rosario es el Evangelio hecho oración y vida. ¡Tómalo en tu mano y rézalo!

Un poco de historia.

El 7 de octubre se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Y la Iglesia llamó a este mes, por medio del papa León XIII, el mes del Rosario. El pueblo cristiano siempre ha sentido la necesidad de la mediación de María, “Canal de Gracia”.

Entre las devociones a María, Madre de Dios, la más destacada es el rezo del Santo Rosario. A la oración vocal de las 150 avemarías, intercaladas cada diez por un padrenuestro y la doxología del Gloria, se añade la meditación de los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos.

EL BUEN CRISTIANO

Eres cristiano por la gracia de Dios y por los méritos de nuestro Señor Jesucristo.
Por el Bautismo has sido hecho cristiano; y nunca podrás agradecer debidamente a Dios el gran beneficio que te ha hecho.
Recuerda las gracias que has recibido con el Bautismo y cumple fielmente con tus obligaciones:
Eres hijo de Dios. ¿Te parece poco?
Eres hermano de Jesucristo. Es grande honor.
Eres miembro de la Iglesia Católica. Agradécelo.
Eres heredero del Cielo. ¿Puedes desear más?
Sé buen cristiano. Es esto lo que más te importa para agradar a Dios y salvar tu alma.
El buen cristiano cree lo que Dios ha revelado y la Iglesia en su nombre nos enseña.
El buen cristiano ama al Papa, a los Obispos y Sacerdotes, y no murmura nunca de ellos.
El buen cristiano cumple los mandamientos de la ley de Dio, los preceptos de la Iglesia y los deberes de su propio estado.
El buen cristiano evita, ante todo y sobre todo, el pecado mortal, y procura santificarse.
El buen cristiano frecuenta los sacramentos, particularmente en los tiempos prescritos.
El buen cristiano es caritativo, bondadoso, paciente, pacífico, casto, leal, justo sumiso a las leyes... y apóstol entre los hombres.
El buen cristiano es piadoso para con Dios y amable con todos sus prójimos.
El buen cristiano cumple como tal siempre y en todas las circunstancias de la vida doméstica, social y política. Es siempre cristiano.
El buen cristiano tiene derecho a participar un día en el cielo de la misma gloria de Dios, porque ha observado siempre VIDA CRISTIANA.

EDITORIAL

Querida amiga, por primera vez llega a tus manos el primer número “íntimo” de Semillas. Es una hoja que tiene un fin muy concreto: dar gratis lo que gratis he recibido.

Hoy más que nunca las personas necesitan palabras de aliento que les ayuden en su diario vivir.

Parece que el título está incompleto ¿no?, pues sí y tiene una razón. Cada hoja será una semilla nueva, los temas serán variados, por eso no se especifica que clase de semilla se siembra. Lo que sí es cierto es que estas semillas darán fruto si tu alma se abre a la gracia de Dios, y haces de tu corazón un terreno bueno, adecuado para que la semilla germine. Para alcanzar este objetivo será muy necesario que tengas presente cada hoja y poco a poco asimiles con la ayuda de Dios las semillas que recibes. Seguro que a veces estás todo el día tarareando una canción que te gusta, se te ha pegado, la letra es bonita etc. pues con estas semillas lo mismo, trata de meditar lo que lees, llévalo a la práctica, que no sea una lectura más. Esta hoja no es sólo para informarte, sino para formarte.

Pues adelante, damos vida a nuestra hojita...

Sor Rebeca.